Rubén Aguilar Valenzuela 
Crónica del pájaro que da cuerda al mundo (Tusquets, 2016) del japonés Haruki Murakami cuenta la historia de Tooru Okada que deja el despacho de abogados donde trabaja porque ya no le interesa. Está casado con Kumiko que trabaja en una editorial. Su sueldo les permite vivir con holgura. Acuerdan que él se hará cargo de las tareas de la casa mientras encuentre un trabajo que le guste.

En los siete años que tienen de casados la vida en pareja ha funcionado bien. Están preocupados porque su gato ha desaparecido. Kumiko sin ningún aviso previo deja la casa y se esfuma. El mundo de Tooru se quiebra y deja de ser como antes. No entiende lo que pasa.

A partir de este momento la novela empieza a ir y venir entre la realidad y la ficción. Tooru comienza a recibir llamadas telefónicas de gente desconocida, por la noche se presentan sueños que nunca antes había tenido y empieza a relacionarse con  personas extrañas y extravagantes.

Tooru entabla contacto con May Kasahara, una adolescente que vive en el callejón de la parte de atrás de su casa. Recién ha tenido un accidente de motocicleta y el conductor ha muerto. Ella lo invita a trabajar en una encuesta de una fábrica de pelucas. A la salida del metro tienen que ubicar el número de los distintos grados de calvicie.

Conoce a Malta Kanoo, una vidente que Kumiko contactó para encontrar al gato, que siempre lleva un sombrero rojo de plástico, y también a su hermana Creta, que acaba de pasar por el sufrimiento de una violación. Malta le dice que la búsqueda de Noboru Wataya, el gato, tiene el mismo nombre que el hermano de Kumiko, está relacionada con la desaparición de su esposa.

Y a estos personajes se van a añadir otros igual o más extraños. Tooru emprende viajes y caminos misteriosos que no tienen conexión entre sí más allá de ser quien los vive. Él, en la obscuridad del pozo de la casa abandonada, que está frente a la vivienda de Kasahara, pasa horas en reflexión. Intenta encontrar sentido a lo que le pasa. En el jardín hay una estatua de un pájaro que mira hacia el cielo con las alas extendidas.

En torno a Tooru confluyen historias enigmáticas y personajes desconcertantes que son descritos de manera precisa y detallada. Su vestimenta, sus actitudes, lo que piensan y su manera de actuar.

Cada historia gravita sobre sí misma y en ellas cada personaje. Entre ellos no hay relación. El único lazo de unión de las historias es Tooru que a veces participa solo como oyente.

La estructura de la novela, con una prosa que siempre fluye, propone que no es necesario entender, pero sí seguir con la lectura. No todo tiene explicación y respuesta. Las cosas pasan. Son así. ¿Realismo mágico?

Los personajes de Murakami están vacíos. No parece tener un propósito a seguir. Solo viven un día tras otro. No saben lo qué va a pasar la mañana siguiente y tampoco parece importarles.  Es una novela racional donde no hay lugar a los sentimientos.

Murakami escribe una novela compleja y difícil de leer, a más de muy larga con 700 páginas, pero al mismo tiempo muy interesante que exigen la máxima atención del lector. A veces me veía obligado a volver a leer el párrafo anterior, para poder seguir.

El lector en cada página quiere saber lo que sigue aunque a veces es complicado entender lo que el autor propone. En todo momento vale la pregunta de cuándo se está en la realidad y cuándo en la fantasía. Es un continuo la más de las veces imperceptible.

Crónica del pájaro que da cuerda al mundo
Haruki Murakami
Tusquets Editores
México, 2016
pp. 683
Versión original. De 1994. Traducción del japonés al español de Lourdes Parra y Junichi Matsuura.