Rubén Aguilar Valenzuela
El próximo tres de noviembre son las elecciones presidenciales en Estados Unidos. El presidente Donald Trump intenta reelegirse. En estos cuatro años de gobierno, que están próximos a terminar, su manera de comunicarse ha sido lo más característico de su mandato.
Trump en la presidencia siguió la misma estrategia de comunicación que utilizó en la campaña: el escándalo y la polarización. Y el mismo instrumento para operarla: los mensajes en Twitter desde muy temprana hora.
Estrategia e instrumento lo mantuvieron presente día con día en todos los medios de su país y del mundo. Pocos, muy pocos, son los que escaparon al atractivo que produce el insulto, la descalificación, el discurso políticamente incorrecto, las posiciones racistas, xenófobas y también los exabruptos.
El presidente en la implementación de la estrategia fue constante y disciplinado. Sabe muy bien que el escándalo vende. En su proyecto político le resulta fundamental todos los días marcar la agenda mediática.
Escándalo y polarización los utiliza para construir una narrativa que expresa su visión de Estados Unidos y el mundo. Esto le permite mantener un vínculo permanente con sus simpatizantes. Es a ellos a quien habla.
En los cuatro años son diez los puntos que traducen en la acción su estrategia de comunicación:
- La violencia discursiva. El insulto y la descalificación de políticos de su país y también del mundo, que no piensan como él.
- La mentira. Dice cosas falsas sobre la acción de su gobierno, los temas de la política interna y del mundo. Los medios estadunidenses registran más de 200 estas al mes.
- El nacionalismo exacerbado. Su país debe ser el primero en todo y desde ahí se relaciona con los otros países. Implica abandonar organismos internacionales y acuerdos de la comunidad internacional.
- La supremacía blanca. De una u otra manera siempre está en la lógica de privilegiar a los blancos y de excusar sus errores e incluso crímenes.
- El racismo. En sus actitudes y en ocasiones, de manera abierta, expresa sus posiciones racistas que descalifican a estadounidenses que no son "blancos".
- La xenofobia. De manera abierta se pronuncia contra personas de otras naciones en razón de su raza, credo y cultura.
- El machismo. En sus actitudes y discursos descalifica a las mujeres. Las ve como objetos sexuales. Defiende de manera pública a pederastas y violadores.
- Los liberales. Descalifica a las personas de pensamiento liberal a quienes acusa de ser enemigas de Estados Unidos y estar en contra de él y su gobierno.
- México. En su discurso, burdo y primitivo, buena parte de los males de Estados Unidos tiene su origen en nuestro país: drogas, violencia, migrantes, desempleo y déficit comercial. La respuesta es construir un muro, que por cierto ya está hecho.
- La descalificación de los medios que lo critican. Los acusa de ser "enemigos del pueblo estadounidense", de alterar la realidad y de ser constructores de noticias falsas.
La comunicación articulada a partir de estos diez puntos le ha permitido, a pesar de sus pocos resultados, mantener a sus votantes. Eso quieren oír los estadounidenses blancos y conservadores. La realidad del país pluriétnico y pluricultural no la aceptan. Se sienten amenazados. Trump les presenta el que quieren ver, pero sobre todo oír. Queda por ver si logra la reelección.