- Llegada de nuevos misioneros
En 1592 llegó el segundo grupo de misioneros formados por el padre Juan Bautista de Velasco, originario de Oaxaca, lingüista y catedrático del colegio en la Ciudad de México, y por el padre Alonso de Santiago, los cuales al parecer no fueron del agrado del padre Tapia, porque no venían por decisión propia, pero desarrollaron un gran trabajo.
Al padre Bautista de Velasco se le encomendó el río de Sebastián de Ebora, con los pueblos de Buritu y Orobatu y algunos otros menores, con residencia en Mocorito. Al padre Alonso de Santiago los pueblos de Ocoroni y Lopoche, y al padre Martín Pérez las comunidades de la parte baja del río Sinaloa y al padre Tapia se le encargó que supervisara las labores en toda la región.
Al poco tiempo partiría a la capital para entrevistarse con el virrey y con el padre provincial. Lo acompañaron un grupo que se habían convertido. Pidió al virrey algunos ornamentos para sus iglesias y al padre provincial que los apoyara con más misioneros.
- La epidemia de viruela
La epidemia de viruela se extendió a todos los pueblos de Petatlán. Iniciaba como fiebre, y después de dos o tres días de delirio pasaba a una viruela pestilente, que les cubría todo el cuerpo. Muchos hombres, para no contagiar a sus familias, salían fuera del pueblo y morían en los campos llenos de llagas.
En 1593, los azotó otra epidemia de viruela y sarampión, en la cual murieron muchos convertidos. Los indígenas recién bautizados pensaron que era un castigo divino por haberse dejado bautizar. Otros ya no quisieron aceptar el bautismo. A los padres se les culpó de estas calamidades, e incluso recibieron amenazas de muerte.
- Fundación del Colegio de Santiago de Cubiri
En 1593 se funda el Colegio de Santiago de Cubiri. Se enseñaba el español, escribir, leer, contar, cantar y tocar algunos instrumentos musicales, a hacer juguetes de papel, de madera, retablos e imágenes, pintura y pequeñas esculturas. Los alumnos tenían confesión diaria y comulgaban en determinadas fiestas. Los alumnos al terminar sus clases llevaban a sus casas oraciones y catecismos.
El virrey Luis de Velasco, en 1593 envía a la Villa de San Felipe y Santiago de Sinaloa un capitán con seis soldados españoles y un alcalde mayor para que velaran por los derechos de los indígenas.
- Visita a la región de los Zauques y Sinaloas
El padre Tapia visita a los zauques y sinaloas, que se encontraban en los márgenes del río Zauque. En este viaje se encuentra con indígenas del pueblo noha. Tiempo después llegó el padre Pérez para atenderlos. En una primera vez fue bien acogido por los sinaloas, pero en una segunda visita se enfrentó al rechazo.
- El padre Tapia y el hechicero Nacabeva
En 1594, el padre Tapia decide abandonar la Villa de San Felipe y Santiago de Sinaloa, para irse a vivir entre los indígenas de la comarca. Elige el pueblo de Toboropa, a una legua de distancia de la Villa. Para ese entonces había iniciado la predicación en contra de la hechicería. Surgen entonces enemigos en algunas comunidades. En este pueblo vivía el hechicero llamado Nacabeva, hombre respetado y temido en el pueblo por su valentía en el combate. No quería dejar sus costumbres y su religión.
Las crónicas dicen que el padre Tapia trató de hacer las paces con Nacabeva, pero al ver que no podía lo dejó en paz, sólo le pidió que no molestara a los bautizados. Pero Nacabeva siguió con su trabajo de hacerse de adeptos en la comunidad y de hablar mal e insultar al padre.
El padre Tapia pidió al alcalde mayor de la Provincia que lo amonestara, y que si seguía en su necedad los expulsara del pueblo. El alcalde mayor y los españoles no tenían buena relación con este personaje y cuando le llamaron la atención huyó con algunas mujeres cristianas que había secuestrado. Lo buscaron hasta que lo encontraron y le hicieron la ofensa más grave que se le puede hacer a un indígena de la región, que es el azotarlo y cortarle el cabello.
Nacabeva huyó de nuevo a los montes. Reunió a todos sus parientes y amigos, les contó la afrenta grave que había recibido. Les pidió le ayudaran a vengarse y convocaron a todos los indios de los pueblos vecinos que eran enemigos de los cristianos.
Su plan era dar muerte a los padres y echar de la región a los españoles. Pero los indígenas de la comarca no lo apoyaron en su empresa. Prefirieron permanecer en paz con los españoles, por tanto, Nacabeva tuvo que conformarse sólo con el plan el asesinar al padre Tapia y a los españoles que lo habían humillado.
- Asesinato del padre Tapia.
El padre Tapia se enteró que Nacabeva lo quería matar, pero siguió su vida normal. El 11 de Julio de 1594 celebró misa en Ocoroni. Don Pedro, principal de este lugar, preocupado porque sabía que lo querían matar, le ofreció que se refugiara los pueblos bajo su mando, donde estaría más seguro, pero el padre Tapia no aceptó la propuesta.
Permaneció aquel día en el pueblo, predicó y catequizó a sus feligreses. En la noche, cuando estaba rezando el rosario en su casa, llegó Nacaveba con sus hombres; rodearon la casa y entraron dos de ellos. Al verlos el padre Tapia les preguntó quiénes eran, estos respondieron con un fuerte golpe de macana en la cabeza, directamente a la frente, cayó al suelo aturdido.
Como pudo se dirigió a la iglesia donde lo alcanzaron y lo derribaron a golpes mientras lo asesinaban. El padre les predicaba diciéndoles que cometían un gran error, que el moría con gusto por la fe y el Evangelio. Le cortaron la cabeza y la mano izquierda, intentaron cortarle también la mano derecha con la cual se persignaba y mantenía los dedos en forma de cruz, pero no pudieron. Lo desnudaron sin dejarle nada, solo una pequeña cruz al cuello.
- Los meses siguientes
El temor se apoderó de todos los pueblos vecinos, pues pensaban que el ejército llegaría y que arrasaría con todos, culpables e inocentes. También los españoles que estaban en la comarca tenían miedo, pensaba que era un alzamiento de todas las tribus y esperaban también un ataque sorpresivo.
Permanecieron en vela y atentos a lo que pudiera pasar. Mandaron una comitiva para que fuera a buscar a los padres que estaban misionando en los otros pueblos, y si estaban vivos les dijeran que vinieran a Sinaloa. Mandaron otra comitiva a recoger el cuerpo del padre Tapia que yacía todavía en tierra, desnudo y mutilado.
Los zuaques al ver lo que habían hecho y no queriendo tener problemas con los españoles, deliberaron dar muerte a esos asesinos que estaban en sus tierras. Los indígenas levantados se dirigieron a la Villa a dar muerte a los españoles. Una fuerte lluvia que duró tres días, no los dejó llevar a cabo su acción.
Estos se dirigieron a buscar ayuda en la región de los tehuecos, pidiéndoles que los protegieran de los españoles. Estos aceptaron darles protección, pero a cambio les pedían que les ofrecieran a sus mujeres y sus hijas. Aceptaron el trato. Hombres que ya estaban bautizados regresaron a sus antiguos ritos y prácticas.
Los indígenas de Toboropa y los pueblos vecinos huyeron por temor a una posible represalia de los españoles. Los jesuitas y las autoridades divulgaron la noticia que no se tomarían represalias contra los inocentes. Algunos dudaron de la buena voluntad de los españoles y no regresaron, pero otros sí lo hicieron. Los tehuecos a los que querían regresar no los dejaron porque no querían perder a las mujeres que les habían dado.
Las autoridades españolas exigieron su liberación y que les entregaran a los asesinos, pero los tehuecos no hicieron caso. El teniente que estaba a cargo para hacer respetar la justicia, queriendo hacer las cosas de la mejor manera pidió el consejo al padre Peláez sobre ¿si es justo entrar con las armas y aprender a los culpables? La respuesta del padre Peláez fue afirmativa, pero puso una condición, la cual era que lo llevaran y lo dejaran primero intentar el diálogo, condición que fue aceptada.
Partieron en dirección del territorio de los tehuecos, al llegar a los primeros pueblos los habitantes los recibieron con mucha amabilidad, ya que la figura de los misioneros era bien vista y respetada por la mayoría en todo el territorio. El gobernador indígena reaccionó de forma positiva, evitando una guerra con los españoles. Ordenó la libertad de los indígenas, dando la oportunidad al que se quiera ir de hacerlo libremente, y también de quedarse a los que así lo decidieran.
Al poco tiempo se reinició el trabajo de la misión en Toboropa. Se logró recuperar la cabeza del padre Tapia, que estaba en posesión de los zauques; la tenían en lo alto de un palo. También se recuperaron los ornamentos, o lo que quedaba de ellos, y el cáliz que tenía la esposa de Nacaveba. El cuerpo del padre Tapia fue trasladado a Ocoroni en donde le dieron sepultura.
- Captura de Nacabeva
Los tehuecos habían ofrecido protección a Nacabeva, pero después de haber acordado la paz con los españoles se retractaron de su promesa. Lo capturaron y dieron aviso al ejército español para que viniera por él. El teniente general Alonso Díaz, no se encontraba por la región, así que correspondió apresarlo al cabo Diego Martínez de Hurdaide. Al llegar le recibió el cacique Lanzarote quien le entregó a Nacabeva. Lo llevaron a la Villa de Sinaloa, junto con una hija suya y otras mujeres que andaban con él.
Nacabeva y un sobrino suyo, que también había participado en el asesinato del padre Tapia, fueron sentenciados a morir en la horca. Cuando se enteraron de la sentencia, los padres jesuitas fueron a darle los auxilios espirituales. Los catequizaron y Nacabeva aceptó la enseñanza, y el sobrino, que era bautizado, se confesó.
- Llegada de nuevos misioneros
El 27 de junio de 1594 de la Ciudad de México llegaron a la Villa de Culiacán los padres Pedro Méndez y Fernando de Santarén. Fueron bien recibidos pues la gente tenía mucho afecto a la Compañía de Jesús. Los alcanzó en este lugar el hermano coadjutor Castro. El 12 de julio emprendieron su camino en dirección hacia Villa de Sinaloa.
Se les informa sobre la muerte del padre Tapia, y que no se tenía noticias de los demás padres. No sabían si estaban vivos o muertos. Se les pide que esperen unos días. En ese tiempo les llega una carta de los padres jesuitas donde les informaban de la muerte del padre Tapia, pero les dicen que los indígenas no se habían levantado y la región estaba en paz. Les dan instrucciones para que partieran y se encontraron con ellos en la Villa de Sinaloa.
- Fundación del Colegio de San Felipe y Santiago de Sinaloa.
Después del asesinato del padre Tapia, los jesuitas deciden trasladar el colegio de Ocorini a la Villa de San Felipe y Santiago de Sinaloa. El 15 de mayo de 1595 nace el Colegio de San Felipe y Santiago de Sinaloa. Fue centro de todas las misiones y su primer rector fue el padre Juan Bautista de Velasco. El trabajo del rector consistía; en responder por la dirección del colegio, dentro y fuera de clases, además supervisaba las misiones que dependían del colegio. Lo auxiliaban dos hermanos coadjutores, quienes se encargaban de impartir la enseñanza de las primeras letras. Dos veces al año, el colegio servía como centro de reunión de todos los misioneros que vivían en los otros pueblos. Acudían a este colegio los españoles de la misma Villa para solicitar apoyo espiritual.
Los jesuitas, por su experiencia, consideraron que era mejor la separación entre indígenas y españoles. Se impartían clases a los dos grupos. A los indígenas en su lengua. El plan de estudios y el horario era el mismo para las escuelas de indígenas y de españoles. Iniciaban a las 9:00 de la mañana, a las 9:30 comenzaban operaciones de aritmética, a las 10:30 se recogían las planas, se revisaban las cuentas y se tomaba lección a los de lectura. A las 11:00 horas de la mañana los escolares se retiraban de la casa escolar. Regresaban por la tarde. A las 15:30 les explicaba el profesor la doctrina que en la mañana habían leído.
Los estudios de "primeras letras" se complementaban a los 14 años. Como siguiente paso ingresaban al seminario donde estudiaban gramática y retórica latina. Los discípulos externos recibían el nombre de "Seculares" y los internos el de "Becarios, porcionistas o Mercenarios". Después de haber cursado los tres años de enseñanza, iniciaban los estudios de Arte, Filosofía, Lógica, Filosofía Moral, Física, Metafísica, Aritmética, Álgebra y Geografía.
- El presidio
En 1596, el virrey Luis de Velasco funda el prime presidio de Sinaloa con el envío del teniente general Alfonso Díaz, con 24 soldados. El presidio no solo sirvió para dar seguridad a la Provincia, sino que también ayudó en la evangelización de los pueblos.
- La misión después de la expulsión de los jesuitas
A finales del siglo XVIII, años después de la expulsión de los jesuitas, la antigua misión de San Felipe y Santiago de Sinaloa es devastada por las aguas del río Petatlán durante la extraordinaria inundación de 1770. Poco tiempo después es levantado el actual templo de san Ignacio de Loyola, empresa que inició en 1772 y concluyó en 1796, de acuerdo con la inscripción que se descubre en el exterior del muro testero.
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