Rubén Aguilar Valenzuela

Texto leído en la presentación del libro en la Casa de la Cultura Jesús Reyes Heroles, Alcaldía de Coyoacán, Ciudad de México, el 18 de septiembre de 2025, en compañía de Candelaria Navas, Consuelo Záizar, Víctor Flores y Rubén Moreira Valdez.

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El dos de septiembre de 2016, en el Espacio Cultural Nelson Mandela, dentro del Parque Lincoln, presentamos el extraordinario libro de Luis Melgar Brizuela, Las Brújulas de Roque Dalton: Una poética del mestizaje salvadoreño editado por el Ministerio de Cultura de El Salvador, Luis estuvo presente y habló sobre su trabajo. Venía directo del aeropuerto en un vuelo retrasado de San Salvador.

Ahora nuevamente nos convoca a presentar su último libro, El Poemar, una selección de su poesía realizada por él mismo, para celebrar su cumpleaños ochenta, que ha editado de manera póstuma su compañera Candelaria Navas. Lo cito:

"Una vez yo busqué las palabras

y resbalaron del diente al labio.

Ahora ellas me buscan,

Arrancan desde mi con orden raro, a veces me desgarran".

Ángel arborescente, del libro Contracantos (1991)

Estamos aquí, eso pienso, para entre todas y todos desentrañar el "orden raro", de las palabras que lo "buscaban" y a veces lo "desgarraban".

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Luis nació el 11 de septiembre de 1943 en la ciudad de Suchitoto, departamento de Cuscatlán, en el Pulgarcito de América, que dijera Roque Dalton, y partió a otro lugar, el ocho de marzo de 2024.

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La familia Melgar Navas llegó a la Ciudad de México en sucesivas oleadas; en enero de 1978 lo hizo Luis, para luego ingresar al Colegio de México, en agosto Candelaria y finalmente, en noviembre las hijas Ivonne y Gilda, entonces adolescentes de 13 y 12 años. En 1986, después de diez años en la Ciudad de México, Luis regresa a El Salvador, para incorporarse como investigador y profesor en la Universidad Nacional de El Salvador, y ella lo hace en 1988 para dedicarse a trabajar como activista de la causa feminista, de la cual es una pionera en su país. Las hijas decidieron quedarse en México y aquí han hecho su vida.

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Conocí a Luis y Candelaria, también a sus hijas, en 1979, en ese año y en 1980, en casa de la familia Melgar Navas, por el rumbo del Metro Taxqueña, nos daban cobijo para realizar algunas reuniones del colectivo político de las Fuerzas Populares de Liberación (FPL) "Farabuno Martí" de El Salvador, en la que ellos y yo militábamos.

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Participo en esta presentación, no porque sepa de poesía, aunque soy su lector, pero siempre, con cierto remordimiento de conciencia y complejo de culpa, me digo que tengo que acercarme más a ese género literario, sino por mi relación de amistad con la familia Melgar Navas, que tiene ya 46 años.

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La antología poética que hizo Luis tiene 101 poemas, que son parte de 13 libros. Algunos de estos ya se habían publicado, pero otros son inéditos. Son poesías escritas entre 1968 y 2022 en El Salvador y México. Un lapso de 54 años.

El primero Nudo de Amor, tiene poesías que van de 1978 a 2004, y está dedicado a Candelaria. El segundo, Piedra y Siglo, reúne poemas redactados entre 1968 y 2018. El Cristo de mi padre, el tercero, son poesías escritas en 1978 en El Salvador y México.  El cuarto, Contracantos, son obras redactadas en 1991. Los Dioses de la Guerra, el quinto, reúne poemas escritos en 1992 y el sexto, Solo la Música, son poesías de 1999.

Así fue que Cayó de Vino Tinto, el séptimo, son poemas escritos entre 2002 y 2022, homenaje a monseñor Oscar Arnulfo Romero, el obispo mártir de El Salvador, ahora santo de la Iglesia Católica. El octavo es Siete Historias de Cuscaltlán,  libro que ganó el primer lugar de poesía en los V Juegos Florales Centroamericanos, León, Nicaragua, en 2006.

Piedra de Toque, homenaje a Roque Dalton, el noveno, con poesías de 2007. El décimo, La Flor del Amate, con poemas de 2008. Tlamatani, el once, reúne poesías escritas entre 2003 y 2020. El doce, El Poemar, son obras de 2012, y Cien Arriba y Cien Abajo, el trece, contiene poesías redactadas entre 2021 y 2022.

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En mi lectura de El Poemar, encuentro cuatro grandes caminos o claves, para entender y desentrañar la obra de Luis en lo que llamó el "orden raro", de las palabras que lo "buscaban" y a veces lo "desgarraban".

- El camino del humanismo

Luis en 1968 participa en San Salvador en la creación del grupo literario "Piedra y Siglo", junto con Uriel Valencia, Rafael Mendoza, Ovidio Villafuerte, Ricardo Casatrorrivas, Jorge Campos, Jonathan Alvarado y José María Cuellar. Hay una preocupación por la estética, por hacer poesía de calidad, pero también por el humanismo con tintes existencialistas.

En el primer manifiesto del grupo se dice: "En un instante del siglo en que la incertidumbre, la deshumanización y mediatización de los valores agobian al intelectual, germina la última simiente literaria del país: "Piedra y siglo". Simboliza este nombre la perenne angustia de la humanidad. La carne del poeta, su palabra, es la arcilla del tiempo con que ha edificado el mundo su evolución, pues nadie como aquél es en primer grado, el móvil de todo avance en la humanización del hombre".

- El camino del compromiso político

Desde sus años en la universidad, Luis asume el compromiso político. La teoría debe ser llevada a la práctica. La vida del artista y su obra, también la del poeta, debe comprometerse con la transformación de la sociedad. El dolor y la angustia a del pueblo oprimido reclama el compromiso. La realidad social debe de cambiar. Hay que apoyar a las organizaciones populares que buscan la transformación de la sociedad.

- El camino de la cultura mesoamericana

En las décadas finales de su vida, Luis se encuentra con la cultura mesoamericana de los pueblos originarios, y también con sus dioses, que van a estar presentes en su obra. En esto hay una semejanza con la poesía del padre Ernesto Cardenal. En la obra de Luis se hace presente la cosmovisión de los pueblos originarios. Hay un reconocimiento de su sabiduría milenaria.

Se propone dejar en claro, con tintes de celebración, que la cultura milenaria de los pueblos originarios es parte de la identidad de la cultura de El Salvador, de Centroamérica y de América Latina. Es una riqueza que les es propia y al tiempo única. Los tlatatini, él es uno de ellos en su calidad de poeta, son quienes transmiten la sabiduría acumulada a través de los siglos vivido en comunidad.

- El camino de Dios

Luis de muy joven, de doce años entra al seminario de los padres salesianos en Ayahualo, El Salvador, del que sale a los 16 años, para en 1963, a los 20 años, ingresar a la Escuela Normal de El Salvador, donde en 1965 obtiene su profesorado en Letras, y luego entre 1966 y 1971, estudia la Licenciatura en Letras en la Universidad de El Salvador. Desde joven sabe que su vocación son las palabras que "busca" y "resbalaron del diente al labio".

Al salir del seminario, Dios y la fe entran en un suspenso, que habrá de prolongarse por décadas, hasta un día, que volverán con fuerza a ser una convicción profunda que se expresa en su poesía. Su formación en el seminario, lo pone en contacto con el Viejo y el Nuevo Testamento. En su poesía hay una referencia constante a pasajes e imágenes de estos dos textos que son teológicos, pero también obras de la literatura Oriental.

El reencuentro con Dios y la fe es ya en el marco de la Teología de la Liberación. Teología que en El Salvador se produce en el Centro de Reflexión Teológica (CRT) de la Universidad Centroamericana "José Simeón Cañas", de la Compañía de Jesús, donde trabajan los jesuitas Ignacio Ellacuría y Jon Sobrino, y que monseñor Oscar Arnulfo Romero hace suya en el ejercicio de una pastoral comprometida con los pobres en clave profética.

Hay poesías de Luis, donde grita el profeta indignado por la injusticia, por la opresión, por el abuso de los más pobres y necesitados. Y también está presente un grito de denuncia y condena a los opresores. Grito que nace desde el Dios del Evangelio, el Dios de los pobres y oprimidos. El Dios que salva. Es el Dios de Romero, que también es el de Luis.

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Desde mi lectura de El Poemar, en la poesía de Luis, hay varios comunicantes entre los cuatro caminos - humanismo, compromiso político, Cultura Mesoamericana y Dios  - que dan forma y contenido a su poesía. Cierto que hay también poemas que solo se construyen en uno solo de los caminos.

Para mi lo más sugerente de su obra es la relación e integración  entre la religiosidad de los pueblos ancestrales, que Luis recoge e interpreta, para introducirla en su obra, y la Teología de la Liberación. Y las dos ofrecen las palabras para gritar en tono profético. Que llegue la justicia y el fin de la opresión de los pobres, que son hijos de Dios.

Ese grito, presente en su poesía, también es expresión de su humanismo y compromiso político, ambos presentes desde muy joven. Las mujeres y los hombres de El Salvador, y de todo el mundo, deben vivir mejor, en plenitud del amor, de la fraternidad, de la libertad y de la felicidad.

Ohuaya, ohuaya.

Así está bien.

Amén.

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El Poemar. Antología Poética

México-ElSalvador 1968-2022

Luis Melgar Brizuela

Celdas Ediciones

San Salvador, El Salvador, 2024.

pp. 261