Rubén Aguilar Valenzuela
El pasado 14 de noviembre concluyó la 108 Asamblea Plenaria de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM). En ella, entre otros puntos, los obispos hicieron un análisis de cómo ven la situación del país y su relación con el presidente a un año del nuevo gobierno.

Los voceros de la CEM plantearon la posición institucional de la Iglesia al término del encuentro. Los obispos han sido particularmente prudentes en su relación con el presidente que de manera abierta ha manifestado su cercanía con las iglesias evangélicas y algunos pastores.

En la reunión se dijo que el proyecto en común que se había establecido con el gobierno en materia de paz y seguridad va "muy despacio", pero la Iglesia implementa su propia estrategia y respeta la que desarrolla el gobierno.

Los obispos sostienen "que la violencia no para, parece que no hay modo de detenerla. Insistimos en la colaboración, crear distancia deja solo a la autoridad y eso genera dificultades de gobernar el país".

Y añaden que "no queremos más muertes, los mecanismos de protección y seguridad exigen mayor inteligencia para llevarlos adelante. Creemos que tenemos que confiar, porque un país donde la desconfianza es el criterio para actuar puede hacernos daño".

Aseguran que no buscan "ningún privilegio institucional ni personal sino colaborar a favor del país. No son tiempos de equivocar el camino, sino de propiciar transformaciones y ahí nos encontramos los obispos, con los mejores ánimos de colaborar".

La Iglesia invita "a la sociedad, a las instituciones y a todos los católicos a construir una paz firme y verdadera. Necesitamos sanear la vida social. No hay paz sin verdadero desarrollo y sin justicia".

Los obispos sostienen que a la Iglesia no le corresponde el papel de opositor y que eso es una tarea de los partidos, para generar los contrapesos necesarios en la democracia.

Dicen que coinciden con temas que impulsa el gobierno como la lucha contra la pobreza y la desigualdad, la atención a los jóvenes, los adultos mayores, y la lucha contra la corrupción.

En el tema de la migración plantean que el gobierno con los migrantes debe ser tan humanitario como lo ha sido con el expresidente boliviano Evo Morales.

Y llama a que "ese comportamiento se vea reflejado con los hermanos migrantes centroamericanos y extracontinentales" y añaden que "esta actitud humanitaria debe permear en el norte y en el sur del país, a lo largo y ancho del territorio".

Se sabe que algunos obispos no están de acuerdo con la actual política migratoria del gobierno y tampoco con la de seguridad. La decisión de la Iglesia ha sido no hacer públicas esas diferencias.

La Iglesia ha decidido mantener un perfil muy bajo frente a este gobierno. Conocen muy bien el estilo agresivo y confrontativo del presidente. No van a dar lugar a su crítica y descalificación. Habrá que ver si esta "prudencia" les beneficia.