Hector A. Gil Müller

Hace un par de días una crisis “constitucional” de aquellas que por el solo adjetivo cimbran más, ocurrió en Nuevo León, el gobernador electo pidió licencia para participar como precandidato de Movimiento Ciudadano para la presidencia Nacional. Samuel García y su esposa la influencer Mariana Rodríguez dieron vuelo en una campaña que prometía machismo, juventud y cifras en dólares, tópicos que se ausentaron en el resto de las precampañas. Su slogan de samu-EL parecía orientar el voto de género en medio de unas precampañas muy lentas, pero también muy cantadas.   

Al mismo tiempo que el precandidato recorría las “highways” del norte, el Congreso de Nuevo León eligió un gobernador interino externo a la terna propuesta por el joven político y ante tal situación el norteño decidió renunciar a sus aspiraciones y volver al palacio en donde se pronunció gobernador, aunque su licencia “por 6 meses” no incluía el “hasta por 6 meses”. En ese momento tuvo Nuevo León dos gobernadores. México ya ha tenido antes incluso dos presidentes hasta hemos tenido un presidente en funciones y un emperador reinando al mismo tiempo, lo que vuelve a México el imperio más republicano o la republica más monárquica existente, pero ahora era novedad el enredo. 

Terminó renunciando el interino, vaya usted a saber por qué, pero el tema está en el origen de la crisis, si me permite elucubrar le escribiré; el problema está en una profunda crisis de asesores. Cómo el tiempo va enseñando mucho y dejando huellas de experiencia he visto muchos asesores que han confundido su solemne encomienda. En la antigüedad el Monarca tenía entre su corte consejeros capaces de formular en su dicho el consejo, suavizado con el respeto al Monarca, sin duda alguna, pero contundente y formador. También en su corte contaba el Rey con bufones y juglares, aquellos que le hacían reír y le aplaudían con soltura y beneficio cualquier andanza. Con el tiempo y debido a que las posiciones empiezan a escasear creo que se han mezclado. Asesorar no es aplaudir al monarca ni asegurar que su idea es la correcta, solo porque él la pronunció. Asesorar es advertir desde los ojos ajenos lo que quizá el no vea. La crisis de los asesores está causando que ya no se diga “no”. En todos los niveles vemos errores que pudieron ser vistos.

Si alguien se ha podido regalar el “no” está consciente de la bendición que esto es. Hemos pensado que el éxito de una posición esta en sembrar siempre si para cosechar si, pero también se necesitan sembrar los no para cosechar algunos sí.  Huir al conflicto es pensar que por un si es paz, traer paz no es estar de acuerdo, como Unamuno dijo; “venceréis, pero no convenceréis”, así parece levantarse la ruta del asesor, pero no su actual encomienda. Susurran aplausos, refuerzan victorias, asumen estar de acuerdo porque se ha malentendido al liderazgo suponiendo que el líder es el primero que debe correr. Dime con quien te asesoras y te diré que podrás lograr parece un dicho muy de la época. Seguramente la crisis, campaña, negociación salió para alguien muy costosa.