Héctor A. Gil Müller

El 12 de julio se celebra a los abogados en México. A estos profesionales, entre los que me incluyo, además de nombres más bochornosos se nos ha dicho: doctor, letrado, licenciado, jurista, jurisperito, legista, jurisconsulto entre muchos otros. El abogado proviene etimológicamente del latín “advocatus” que traducido formaría la frase: “la llamada de auxilio”.

Buena coincidencia, que el mismo día en Argentina se celebre la medicina social y en el mundo el día internacional contra las tormentas de arena y polvo. El origen de la fiesta es que el 12 de julio, pero de 1553 Fray Bartolomé de Frías y Albornoz dictó la primera cátedra de derecho en la Real y Pontificia Universidad de México, hoy la UNAM. En 1960 por instrucción del Presidente Adolfo López Mateos se instituyó la fecha y desde entonces ha servido como pretexto para reuniones gremiales y festejos rimbombantes.

El profesionista del derecho debe ver los diversos acontecimientos desde la mirada de la justicia. La equidad, la igualdad, el estado de derecho y la norma que cumple lo dispuesto en el cielo, es decir los valores y principios del derecho, y la respuesta en la tierra, la práctica de resolver el conflicto. El derecho nace de las peticiones formadas o informadas de la sociedad que lo cobija. Y su propia y ulterior finalidad es mejorar a la sociedad. No como el arte que la hace mejor desde la inspiración sino con la norma que la hace mejor desde la razón para evitar la conspiración. El derecho manifiesta su capacidad transformadora y alimenta la autonomía. La madurez que es autorregularse exige límites, son normas que dan formas, quien estudia esos límites son los abogados.

Hay abogados que han hecho de tribunales su diario vivir, otros nos hemos entregado a la academia y entre aulas vivimos el derecho. Algunos abogados, hicieron del derecho solamente su formación y no su profesión, como Mahatma Gandhi, Andrea Bocelli, Carlos Fuentes, Henri Matisse, Julio Iglesias, Piotr Ilich Tchaicovsky entre otros. De mucho han sido capaces los abogados, en EUA existe una organización que año tras año premia a las más bizarras y absurdas sentencias. Los premios Stella, en honor a Stella Liebeck una mujer que sufrió quemaduras por consumir un café caliente de McDonalds y tras un largo litigio, recibió la cantidad de 640,000 dólares como reparación del daño físico y moral que sufrió por no haber sido advertida que el café caliente del restaurante estaba caliente.

México ha tenido 23 presidentes abogados, después de la milicia, la principal formación de los presidentes de la República. En EUA de 46 presidentes 26 han sido abogados, la abogacía no solo ha sido contemplativa, sino que ha sido activa con el proceso político.  

Las sociedades construyen el derecho, su ánimo y expectativas lo hacen, bravo por aquellos que han entregado su profesión al derecho. Quienes somos juristas elegimos una profesión que rebasa tiempos y lugares. Por ello con cierta comicidad, pero con sapiencia escribió Ambrose Bierce: "la muerte no es el final, queda el litigio sobre la propiedad".

No dejará este mundo de tener abogados, Cristo mismo ha ido a ser abogado para nosotros ante el padre. Gran profesión que sana mas allá del cuerpo, sino el alma social. Recubre el tejido hilvanando los principios de la justicia sobre la naturaleza de la fuerza. Si la sociedad dependiera de sus emociones, sin acceso a la racionalidad de someternos a lo objetivo, a la norma que condena sobre el débil al fuerte, no llegaríamos a ningún lado.