Héctor A. Gil Müller

Un propósito sin un plan de acción solo es un deseo, una intención, y ellas nada construyen sino alientan. Vivimos en un mundo de propósitos, desde que nacemos buscamos ese propósito que nos conduce, ese timonel del barco en que nos convertimos. Andamos entre un propósito deseado y otro olvidado. Todos deseamos ser mejores, pero en la búsqueda infinita nos olvidamos que mucho de lo buscado ya lo hemos conquistado. 

Cuando perdemos la capacidad de proponernos algo dejamos de ser tan humanos, nos quedamos en circunstancias, en haberes y en deberes. El 2020 se ha acabado y ahora se abre una bendita novedad, llena de matices, como los ha tenido cada año que hemos vivido. 

Sabios los griegos que sembraron y cosecharon dos palabras para hablar del tiempo, el cronos que es cuantitativo al medir los años, los meses y los minutos y el kairos que es cualitativo midiendo temporadas. Mientras cronos mide los minutos, kairos mide los momentos y entre ambos se va la vida, entre los minutos que se aferran en olvidar los momentos y los momentos que quieren que no pasen los minutos. 

Aprender de ambos es vivir en plenitud, no gastando los momentos en los minutos ni perdiendo los minutos en los momentos. Acumular tiempo nunca ha sido vivir, acumula momentos y temporadas. El tiempo pasa, cronos y kairos lo hacen. El dolor de la pandemia pasará y seguramente algunos seguirán pensando en las heridas abiertas y otros solo en las cicatrices que dejó. Aprender de ambas es vivir en plenitud, sin el eterno mal de olvidar lo que debemos recordar y recordar lo que debemos olvidar. 

Si algo puedo desearte es que, en el 2021, si se acaba la pandemia, no volvamos a sacrificar lo importante en el altar de lo urgente. Que sepamos lo que realmente importa, que vivamos momentos y no solo minutos. 

Henry Miller escribió; “el destino de uno no es un lugar, sino una nueva manera de ver las cosas”. Para lograrlo debemos ser firmes en los propósitos, construye propósitos que no solo te desafíen, propósitos que te transformen, que seamos mejores en el 2021, la humanidad lo merece. 

No puedo hablarte de propósitos de buena salud, pero sí de cuidado, quizá no propósitos de abundancia, pero si de trabajo. Aunque sillas vacías existan, no podemos proponernos el llenarlas, pero si el recordarlas, pero no como quien recuerda una herida, sino como quien vive una cicatriz. Los buenos propósitos no es que nos sea más fácil, sino que nosotros seamos mejores. Así como la buena salud no se mide con la ausencia de enfermedad sino en que la enfermedad no comprometa el sistema vital. El bien ser no se mide con los blancos y los negros que prodiga, sino en los grises que se obtienen, cuando las risas se impulsan desde las lágrimas y lloramos en nostalgia de las risas. Que seamos mejores. No pidas un buen año, vive un buen año. Que vivamos y que vivamos bien. Para que nunca más sacrifiquemos lo importante en el altar de lo urgente. 

Yo soy Héctor Gil Müller y estoy a tus órdenes.