Héctor A. Gil Müller

En la Biblia se describe una concepción interesante de la justicia, entendida como una profunda acción, que se mantiene transversalmente en todas las acciones de un estado y de su población. El profeta Isaías escribió: “Y el efecto de la justicia será paz; y la labora de la justicia, reposo y seguridad para siempre”. 

No existe mayor dolencia que la impotencia resultante de una injusticia. La justicia permite evitar el conflicto y reitera que el gobierno de las acciones debe ser aceptando y respetando la existencia del otro. Nos duele una guerra, en toda américa que vuelve inhabitable nuestras propias tierras.

La justicia no puede ser un solo objetivo alcanzable, eso sería una sentencia o una decisión solamente, la justicia debe ser un perpetuo y constante hacer que se vea en todas las acciones que un gobierno, pero también en su población. Así entendida la justicia plena sería inalcanzable, pues siempre habrá, como comportamientos existen, la oportunidad de actuar justamente. En la historia podemos observar algunos avances en materia de justicia, el acceso a la vida, pero hoy surge la nueva necesidad del acceso a las nuevas tecnologías, siempre habrá un nuevo escenario que exija justicia. 

La justicia es rectitud, pero esta solo puede entenderse como una constante, y no solo de una persona, sino de toda una colectividad. Así como la confianza es un ambiente y no una acción, lo es la justicia. Esto debería entenderse en toda escuela política, para que en campaña no se pretenda construir la confianza con acciones solitarias que solamente seducen, pero no perduran. 

Si percibimos la justicia como una acción aislada, como en algún caso famoso, sería fácil confundirla con venganza, obnubila los sentidos y prohíbe cualquier intento genuino porque esa acción atinada, ejercer justamente una atribución, se convierta en un solitario esfuerzo que se oculte tras cifras negativas. Toda América sufre de una justicia que se observa aisladamente, que no permea a todas las acciones. 

La justicia que un niño aprenda y reciba las herramientas necesarias para poder insertarse en una sociedad exigente, la justicia de un trabajador que pueda vivir como resultado de su esfuerzo, la justicia de una mujer que es violentada por quienes deben proveer confianza, la justicia de un anciano que ve que la vida se va en un triste silencio. La justicia de ellos no es una sola sentencia, incluso no un precepto legal es una estrategia que permee a todas las acciones de un estado. 

Ulpiano definió la justicia como la constante y perpetua voluntad de dar a cada uno su derecho, y ese mandato implicaba: honeste vivere, alterum non laedere et suum quique tribuere, (vivir honestamente, no hacer daño a nadie y dar a cada uno lo que le corresponde)

Que tan “fregados” estamos que en algún punto se expropió la justicia por un poder judicial, se concibe la justicia como solución a un pleito. Según el sitio Forebears, en el mundo 51,468 personas llevan el apellido Justo, convirtiéndolo en el lugar 10,963 de apellidos comunes en el mundo, no es suficiente, se requiere un ejército mayor de justos que tomen de decisiones justas. 

Que despierte la justicia gritaba el cantor, que nos convenza para vivir justamente agregaría yo, el tiempo pasa y la justicia no regresa el tiempo. 

Yo soy Héctor Gil Müller y estoy a tus órdenes.