Flor E. Rentería 

Queridos lectores, el proceso electoral pasado nos deja grandes enseñanzas. Los partidos hegemónicos de siempre fueron vencidos; El candidato que fue dos veces derrotado en las urnas obtuvo un triunfo avasallador e indiscutible; el papel de oposición queda totalmente desdibujada, y pasamos del México de los contrapesos al México del partido hegemónico.

Como priista, pero sobretodo como demócrata y como mexicana, le deseo el mayor de los éxitos al Presidente electo Andrés Manuel López Obrador. La gente habló y nosotros tenemos que escucharla, y en ese mismo sentido, entendemos este mensaje en muchas formas:

1.- En Yucatán, fue el único Estado donde el PRI obtuvo un triunfo importante, y no, no fue la gubernatura la cual por cierto perdimos, sino la senaduría, que fue obtenida en las urnas por Jorge Carlos Ramírez Marín, un hombre honesto y que en lo personal me honra decirle amigo. Jorge Carlos no clama conocer el hilo negro, él no busca recetas rebuscadas para hacer política, simplemente es como es: derecho, franco y alegre. Ve a su gente de frente y da resultados. Por eso, aun cuando en Yucatán perdió el PRI, Jorge Carlos ganó.

2.- En Saltillo, Manolo Jiménez obtuvo un triunfo impresionante que ayudó a consolidar también los distritos federales de la ciudad. Manolo es un alcalde joven, que rinde cuentas y trabaja todo el tiempo por una ciudad. Todos los días es visto sacando adelante la capital de nuestro Estado, y por eso, la gente le dio un triunfo de casi dos a uno por sobre su rival más cercano.

3.- En el Estado de México, el último bastión del PRI en el centro del país, el Estado de donde es el Presidente, nos hundimos al tercer lugar en las votaciones.

¿Qué nos dicen estos resultados? La respuesta es clara, cada elección, sea por una alcaldía, una diputación, una senaduría o una gubernatura, es evaluada de manera particular. Buenos candidatos, buenas plataformas y el acercamiento con la gente, son esenciales si queremos ganar.

Esto, amigas y amigos, no es el hilo negro, y tampoco es el monopolio de ningún partido, pero hay que reconocerlo; por mucho tiempo sí fue la práctica característica del PRI. La estructura partidista era una estructura ideológica, no clientelar, donde la gente estaba convencida que éramos la mejor opción y por eso nos daba su apoyo; el PRI daba resultados, y por eso la gente nos daba su confianza.

El PRI es el partido del IMSS, del INFONAVIT, de instituciones. El partido que se formó para convertir el espíritu revolucionario en el ánimo transformador. La gente veía en el sistema de gobierno respuestas a sus necesidades, y sin duda no era un sistema perfecto, pero era un sistema de todos, no de cúpulas cerradas y elitistas.

Hoy, que el PRI se ve convertido prácticamente en la cuarta fuerza electoral de México, tenemos que entender que si queremos acompañar a nuestro hermoso país al futuro, debemos de ver al pasado, y regresar a ser ese PRI que no era propiedad privada de su militancia, sino orgullo y referente de toda la gente.

El PRI, es un partido con muchos defectos, pero es, con todo y eso, el mejor partido de México. En nuestras manos está devolverle el orgullo al partido que nos dio nuestra patria.