Flor Rentería

Amigas y amigos, prácticamente toda la comunidad internacional, así como todas y todos los mexicanos, fuimos testigos del fatal desenlace que tuvo el robo de combustible del pasado fin de semana, en donde, al menos al momento de esta redacción, 90 personas que tomaban ilegalmente combustible perdieron la vida, y muchos otros más se encuentran lesionados.

El huachicoleo es un problema grave, que por años ha aquejado a la Nación, y que quizá por estas latitudes es difícil dimensionarlo. Actualmente, se cree que esta práctica le representa al Estado Mexicano perdidas superiores a los 60,000 millones de pesos al año; solo para que se haga una referencia, el presupuesto de todo el Estado de Coahuila para maestros, policías, hospitales, obra pública, sueldos, servicios, y todo lo que el Gobierno eroga, es de 50 mil millones de pesos, es decir, este delito representa para el país la inversión de prácticamente una Entidad Federativa.

Organizaciones criminales enteras han encontrado en el robo de combustible su principal modo de obtener recursos, aún superando la venta de estupefacientes, e inclusive se ha detectado la presencia de cárteles de la droga, quienes reestructuran su esquema de negocios al ver las altas ganancias que se dan del robo de combustible.

En esta práctica se ha detectado, además, una gran corrupción. Gasolineras oficiales con permiso han sido detectadas como consumidoras del huachicoleo, obteniendo ganancias superiores a las que reportan a Hacienda y, prácticamente, lavando el dinero del huachicol en el proceso. En fin, nada ni nadie puede negar la gravedad de este delito, y la importancia de que el Gobierno de México se aplique a erradicarlo.

Lo que debemos de tener siempre presente, es que cualquier proyecto gubernamental debe de tener una estrategia clara. Con Felipe Calderón, a inicios de su gobierno se inicio la “Guerra contra el Narcotráfico”, un encuentro sin cuartel que sumió a nuestro país en una de sus épocas más oscuras, derivada quizá sí, de una buena intención del Presidente, pero acompañada de una pésima ejecución. Nadie puede negar la importancia de combatir el narcotráfico, pero en esa ocasión, el remedio salió mucho peor que la enfermedad, y a la fecha, todos recordamos el sexenio de Calderón como un sexenio lamentable y sangriento.

Hoy, el Presidente López Obrador se encuentra ya absolutamente comprometido con su guerra contra el huachicol. Una guerra que ya cobró sus primeras vidas. Definitivamente todos estamos de acuerdo en que el poder ejecutivo federal combata este y todos los crímenes, pero tenemos la obligación de ver a nuestra historia reciente, para no repetir los resultados fallidos. Las muertes del fin de semana, sin temor a equivocarme, estoy segura que podían evitarse.

La perdida de vidas humanas nos ha permitido a toda la población entender la seriedad de esta actividad criminal; no solamente es un delito, sino que además genera consecuencias ambientales y un grave peligro inclusive para los mismos perpetradores. La estrategia del Gobierno Federal debe de aprender de la Guerra contra el Narco, para evitar usar un caro remedio para el huachicoleo.