Gerardo Moscoso Caamaño

Los medios, sobre todo los impresos, llevan un tiempo ofreciendo algunas alternativas que no son solo las de las empresas al servicio del neoliberalismo económico. 

Además de las pocas publicaciones ideológicas de algunos partidos políticos, se difunden ahora una serie de publicaciones e información que amplían el espectro informativo. Son las generaciones más jóvenes las que cada vez soportan menos el amaneramiento informativo y los cinturones que los inmovilizan. 

Este academicismo de la erudición superficial, practicado por pretenciosos comunicadores de los medios, viene convirtiéndose en una patética acta de defunción de una sociedad cada vez más desinformada. Los editoriales sentenciosos, afectados, de muchos de los noticieros, las informaciones “objetivizadas”, el amarillismo redaccional que nos ahoga, los anzuelos publicitarios que ofrecen bienestar perpetuo, y todo el endémico y vacío lenguaje del poder, se hunden en su propia mierda. En la mayoría de los medios de comunicación, actualmente, no existe imparcialidad, ni objetividad, ni vocación de servicio, ni apego a la verdad, ni talante democrático, ni nada de nada que no tenga que ver con sus propios intereses económicos. 

Ellos son, los medios de comunicación, en gran parte, responsables de haber desplazado del centro de la vida al hombre, para poner en su lugar al dinero. 

Con todo ello, y basándonos en la ley de causa y efecto, ¿qué sociedad esperábamos obtener? El presidencialismo de hoy y el poder tienen sus portavoces. Los vanidosos de la actual “mafia de la autoridad “, también.  ¿Y los que no aspiran a ningún poder? Pues también deberían de tenerlo. 

iLos trabajadores, los proletarios, los asalariados, (aunque ahora, las grandes empresas para desorientarlos, los conceptúan como “socios” o “colaboradores”), deberían potenciar sus vehículos de expresión que pudieran reflejar sus aspiraciones posibles, que son y deberían ser, algo más que el bienestar económico. 

Lo alarmante es que la conciencia de clase en México, es cada vez más, una quimera.

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