Gerardo Moscoso Caamaño

En estos tiempos post-electorales recuerdo mucho al “Oscuro Militante”, un personaje del dramaturgo español, Alfonso Sastre. Lo recuerdo ahora porque el pasado debe de servir para entender el presente. Lo que ocurrió en las elecciones del domingo 01 de Julio, intento entenderlo porque creo en la Ley de causa y efecto.

¿No se hicieron las cosas bien?, ¿Se trabajó lo suficiente?, ¿se bajó la guardia?, Navegó tranquilamente la sociedad y la clase política mexicana por años en el mar de la corrupción. ¿Hubo un optimismo irresponsable subestimando lo que se oteaba en el horizonte desde años atrás? Los resultados fueron desfavorables en las urnas, menos para “ya sabes quién”. Durante años, muchos de los líderes y dirigentes de los partidos, si me permiten la osadía de argumentar, tomando como referencia uno de los poemas de Sor Juana Inés de la Cruz, en vez de “poner riquezas en el entendimiento, pusieron el entendimiento en las riquezas”. Cada quien tiene sus circunstancias. Los hechos son los que cuentan.

Las acciones son las que nos definen.

Durante estos días he visto de nuevo deambular en las calles al camarada, al compañero, al obscuro y apagado militante, que es ese que existe en el Partido porque sabe que es su lugar, pero que no entiende las posiciones que adopta “la alta dirigencia” y acata las órdenes, pero que sufre como un condenado porque ni está convencido de lo que hace, y sí está convencido, en cambio, porque él es la base y lo vive, de que el camino es otro.

El partido, cuando su dirigencia es pueblo, y está junto a éste, es una maravilla y puede ser la razón de una existencia, pero cuando se aleja de las masas, que son las que de verdad sufren y se chingan, puede convertirse en una pesadilla, y entonces deja de ser el partido, el nuestro. De ahí que a nuestra sociedad sólo le queden dos posibilidades: una, devorarse a sí misma, triste cosa será, pero posible; o, reintegrar el sentido ilustrado, humano, de honestidad y congruencia que les urge a los partidos políticos para iluminar a la militancia y sembrar futuro.

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