Gerardo Moscoso Caamaño

A pesar de que una gran parte de los mexicanos hemos jugado hasta ahora con suerte, habilidad o que se yo con el destino, seguimos todavía vivos. 

Y esto es, sobre todo, lo más importante para continuar a cuestas con el año nuevo 2021, un año que va a exigir a cada uno de nosotros, de manera personal e intransferible, un chingo de toneladas de optimismo.

Me refiero a esa actitud que hay que construir todos los días en nuestra mente para generar esperanza, ilusión y unas cuantas chispas de salud y seguridad que produzcan en este túnel obscuro por el que vamos, la luz necesaria para no resbalar y partirnos la madre.

Una de las principales características del optimismo, es la de ser capaz de volver la incolora y perversa realidad en una película de dibujos animados que aminore el sufrimiento y el pesimismo y que ayuda con facilidad a un olvido selectivo. 

El optimismo siempre genera una solución posible y a cada decisión que toma va acompañada de trabajo, perseverancia, al precio que sea, el optimista se vence a sí mismo, hasta lograr su meta, su objetivo, 

Las religiones, la publicidad, los medios de comunicación, la cultura y los poseedores del conocimiento, aunque pueden manipular hasta las mentes más paranoides, tampoco son dueños del espíritu del optimista. 

El optimismo es, por su propia esencia, una actitud libre, 

Por ello, hoy que termina el viejo y complejo año 2020, el optimista que suscribe esto, les desea a todos, un buen año 2021 con salud y buena fortuna.

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