Gerardo Moscoso Caamaño

La cultura es el cuarto pilar del desarrollo sostenible, por lo que es indispensable hacer un diagnóstico certero a partir del análisis económico para concebir proyectos con impacto social y con calidad. 

Es el modelo de cultura paternalista de cuates aduladores lo que no genera comunidad, por lo que es necesaria una gestión que escuche a todos y tenga una gran pasión como centro del proceso cultural liberador.

Yo pregunto, después de muchos años dedicados a la creación y promoción de le cultura, específicamente de las Artes Escénicas, ¿existen compromisos indispensables en políticas culturales cada vez que hay cambios de responsables de la cultura cuando hay alternancia política en los Municipios, Estados o Federación para darle continuidad al Impulso de las estrategias transformadoras para combatir el rezago creativo? Pues claro que no, ¿verdad, “damas de la cultura regional”?

Somos buenos los laguneros para dividirnos, pero no para ejercer una responsabilidad de carácter ético a partir del diálogo, el encuentro y el aprendizaje mutuo. 

Si no hay un proceso colectivo, por lo menos en la cultura, no hay resultados. La pobreza más cabrona es la que no permite soñar, entonces, ¿cómo podemos reorientar el rumbo? Porque se trata de retomar el camino, no de inventarlo. 

No entender el cambio de administración como un rechazo indiscriminado a lo que otros en la gestión cultural anterior hicieron bien, aunque el gobierno saliente fuese del mismo o de otro partido político. Abordar lo general desde lo local; establecer mecanismos para el uso y disfrute de los espacios públicos para la convivencia comunitaria aumentando el capital social basado en la confianza y la cohesión social. 

Para ello, además, es indispensable, por lo menos en cultura, que el equipo y quién lo encabeza, tengan capacidad.

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