Gerardo Moscoso Caamaño

Existen numerosos elementos que componen la identidad cultural de cualquier pueblo.  Los más importantes son aquellos en los que se detallan los acontecimientos que dieron origen a la fundación o apropiación del territorio, las luchas de independencia y las gestas de defensa, los conflictos internos surgidos a través de los siglos, los rituales cívicos que se han conformado a través del tiempo, y el discurso político preponderante. 

Sin embargo, si bien el pasado nos genera ese sentir de pertenencia, del que tenemos noticia gracias al arte, hoy, los hechos diarios que nos llegan a través de los medios de comunicación y por la propia mercadotecnia, hacen que la identidad cultural que se forma y se adquiere por la historia, al transcribirla a las nuevas generaciones sea impregnada de una cotidianidad superficial y frívola.

La cultura mexicana está cambiando, quizás desaprovechando algunos valores propios con el fin de lograr objetivos de inclusión en el mundo globalizado, aunque tal vez el peligro sea que poco a poco vayamos perdiendo esa particularidad de la cual siempre hemos estado tan orgullosos y que nos diferencia del resto del mundo. Aun así, la identidad que nos caracteriza debe estar preparada, ser consciente del cambio al que las comunicaciones actuales nos van induciendo, por lo que es conveniente tratar de comprender, al insertarse en una cultura ajena, que ,casi imperceptiblemente, trata de cambiarla acoplándose al pensamiento y comportamiento de otros. 

Esto es el respeto a las diversas culturas y también respetar los valores que conforman naciones e identidad. 

A este concepto imperfecto habría que añadirle las manifestaciones propias de cada región del país, así como las adoptadas gracias a la influencia de los medios de comunicación.  Las bases de la conducta, el comportamiento de la cultura, deben procurar comprenderse, partiendo de las sugerencias de algunos especialistas, de los siguientes aspectos: 

Estructura social, religión, educación, filosofía política, filosofía económica y el idioma. La cultura global, basada en la competencia arrogante y el exacerbado individualismo que tiende a la privatización de casi todo, nos hace reflexionar sobre algunos restos atávicos como la xenofobia, racismo, neofascismo, terrorismo, narcopoder, alcoholismo, trata de personas, violación, etcétera.  ¿Cuáles serán los valores futuros de la humanidad?  Sin la enseñanza de las disciplinas filosóficas, (ética, lógica, estética) desde la enseñanza secundaria y preparatoria, nuestro futuro será más sombrío.

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