Gerardo Moscoso Caamaño

Cuesta creer lo que estamos pasando actualmente, desbordados por un presente que nos tiene enclaustrados, uno no tiene el equilibrio como para analizar qué tantos cambios hemos tenido en lo que ha sido, en mi caso, una constante, (la cultura), desde que llegué a La Laguna en 1998. 

Me he pasado estas ya tres semanas de encierro leyendo “El nacimiento de la contracultura”, “Ensayos sobre el apocalipsis” de Luis Racionero, de nuevo a toda la obra de León Felipe, etcétera, y no acabo de sedimentar muchas cosas, aunque llego a la conclusión de que la cultura entendida como conocimiento, se ha ido alejando cada vez más de su función de explicar y entender el mundo al ser penetrada sin el menor escrúpulo por el consumismo, el espectáculo y la industria.

La cultura entregada a la comercialización complaciente, sometida a los gustos de un público desinformado, destinada a un éxito inmediato, al consumo como una mercancía más, donde los creadores transformados, a veces, en “asalariados de servicios” sin que las masas regionales sean voraces consumidoras que justifiquen la inversión que para ello hacen los tres niveles de gobierno en la Región.

El desaliento al dejar a cerca de 300 alumnos de escasos recursos sin lo que era la Casa de la Cultura de Torreón, sin su Centro Cultural Comunitario Pilar Rioja, profetiza un castigo: 

La urnas hablarán, la cultura humanista para los pobres de la zona, se esfumó para que muchos de esos adolescentes y jóvenes queden atrapados en las redes de comunicación; ahora cualquier respuesta la buscan y creen que la encuentran allí, en el poder cada vez más grande de la información sobre el conocimiento, o en lo que es igual, en el poder cada vez más grande de la economía sobre el conocimiento.

La distracción y el entretenimiento aplastan y dominan hoy los valores del espíritu y coartan la reflexión. 

Es el éxito: lo lucrativo sobre lo que los mercenarios de la economía consideran inútil. Ahora todo es show, espectáculo, distracción. 

El poder de la inteligencia subordinado, en muchos casos,  a  los medios de comunicación masivos. Al prestigio se le opone la rentabilidad; a la reflexión la maña.

Estamos en camino de echar abajo el mundo de las ideas a causa de la súper tecnificación, el individualismo y el hiper consumismo. 

El mundo de la sabiduría sufre una devastación irrecuperable, los grandes maestros van desapareciendo y las grandes obras también. 

Y ahora nos sorprendemos por la falta de participación de la sociedad y por el desmadre reinante. Sufrimos una crisis de graves proporciones.  Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo. https://www.milenio.com/opinion/gerardo-moscoso-caamano/ventana-abierta/reflexiones-desde-la-clausura