Gerardo Moscoso Caamaño
Las sociedades burocráticas de consumo dirigido, como las que prevalecen globalmente, se han orientado hacia el aumento ilimitado de la producción, tanto de bienes necesarios como de objetos superfluos excesivos y a la creación de necesidades artificiales en la mayoría de la población como estrategias de conservar e incrementar el beneficio del sistema económico y político imperante.

Así vamos llegando a una situación insostenible, a un caos altamente peligroso capaz de suministrar a millones de personas automóviles, pero no de satisfacer, en cambio, para una gran parte de la población, las más elementales necesidades humanas de espacio habitable, de aire no contaminado, de agua potable, de alimentos sanos, de enseñanza suficiente, y mucho menos, de liberar a los individuos de las angustias de la lucha por la vida, del trabajo rutinario y sin sentido, de la miseria de las relaciones sociales, y de acercarlos a la contemplación de la verdad y la belleza y a la reapropiación de la cultura.

Las organizaciones sociales de derecha, del centro y de la izquierda han sido incapaces de romper con este planteamiento productivista y han limitado hasta ahora sus luchas al problema de la distribución, olvidando, o dejando de lado las apremiantes cuestiones de la producción y sus formas, y los problemas no menos graves de la vida cotidiana.

Es por eso indispensable que, tras aceptar un gobierno que se autodenomina “liberal”, con un rígido encorsetamiento de un marxismo depauperado, restaure el pensamiento crítico y democrático que a la vez intente recobrar su autonomía y buscar nuevas respuestas menos esquemáticas y más creativas. Frente a las chuscadas, chistes y ocurrencias mañaneras se avecina el combate de la imaginación, de la utopía.

Pero no hablo de la fantasía entendida como un conjunto de sueños quiméricos, sino de la invención como proyecto, cuya elaboración todavía no es realizable por la ausencia de fuerzas sociales capaces de llevarlo a la práctica. El Estado es pieza clave para el desarrollo humanista de un país como el nuestro, que se encuentra desbordado por la violencia, la falta de medicinas y la ausencia de un mínimo interés en atender a la cultura. Basta ya de simulaciones.

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