Héctor Reyes

Son muchos y muy diversos los factores que explican el triunfo en una elección, entre otros: el candidato o la candidata y su capacidad para conectar con el electorado; la campaña, la estrategia, las ofertas, la narrativa. Así como la eficacia de la estrategia político-electoral, entre otras circuntancias… 

A la vuelta de la esquina, está la definición del candidato o candidata a la Presidencia de la República.

Mientras los partidos de oposición a López Obrador, buscan a quien los represente, el Presidente -en su momento- evocó a su paisano Chico Ché (¡Uy, qué miedo!) y se regodeó ante la posibilidad de tener a uno de tener a un adversario enfrente para desacreditarlo y sacarle sus trapitos al sol.

En ese panorama, de repente irrumpe Xóchitl Gálvez, una figura retadora, disruptiva, colorida, entrona, que rompe los esquemas de la clase política: que viene de abajo, que superó enormes obstáculos en un entorno familiar y comunitario adverso y salió adelante.

Una aspirante que está a favor de los programas sociales, pero copeteados: que propone que la pensión para adultos mayores se complemente con anteojos, prótesis dentales y una atención médica de calidad; que sugiere dotar a los jóvenes de competencias profesionales, inglés y una nueva cultura: la del emprendimiento… 

Que se pronuncia por regresar las escuelas de tiempo completo y las estancias infantiles... Que no le teme a convocar a su equipo a los mejores expertos en materia energética, medioambiental y de seguridad.

Este Presidente cargado de odios y resentimientos, que insulta, difama e intimida, se topó con la horma de sus zapatos. Ante los infundios, la senadora hidalguense le exigió su derecho de réplica, el presidente respondió que solo lo haría si fuera obligado por un mandato judicial; Xóchitl logró que un juez le concediera la réplica. Sin embargo, el presidente ha mantenido su desacato.

El periodista Carlos Loret de Mola, mencionó en su columna del miércoles 16 del presente mes, que el Presidente convocó a su círculo político íntimo con un objetivo: analizar los resultados de una encuesta que había mandado hacer con una muestra extraordinariamente robusta. 

Los números que analizaron no dejaron cómodo ni tranquilo al Presidente. 

La encuesta midió el impulso inicial del efecto Xóchitl. Si bien la encuesta que mandó hacer López Obrador le ratificó que Morena sigue teniendo una cómoda ventaja para ganar la elección presidencial del 2024, también le quedó claro que esa ventaja se ha estrechado y que está cada vez más lejos el ideal de ganar mayoría calificada en el Congreso. 

Otro factor de preocupación: en la contienda interna morenista, la figura de Marcelo Ebrard ha logrado incomodar. No tanto como para ganar la candidatura -que tiene en la bolsa Claudia Sheinbaum- pero sí para desgastar cada vez más a la considerada favorita del Presidente. 

Loret dice que por eso mismo, el Presidente dejó la impresión de que su ideal sería terminar la contienda interna de manera anticipada, terminarla ya. Es parte de lo que quiere platicar con sus “corcholatas” en la reunión que pidió que le agendaran. Cuando le comentaron que Ebrard podría negarse a modificar el calendario y le recordaron los requisitos que ha pedido para las encuestas que definirán la candidatura, AMLO ironizó sobre si ahora Marcelo era el que definía las reglas. 

Se dice en los círculos políticos, que viene un discurso de posicionamiento por parte de los guindas: La elección del año próximo está decidida y que la ventaja de Morena es irremontable.

Pero, dicen, que con su irreverencia, su sentido del humor y su inteligencia, esa malhablada llamada Xóchitl, es el antídoto para ganarle a Morena, ¿Será?. Por lo visto, hasta el momento, es una piedra en el zapato, para ya sabes quien.

Buen fin de semana, la frase: “A veces es mejor respirar profundo y … quedarse callado”. ¡Ánimo!