Héctor Reyes 

La tragedia de la Línea 12 del Metro, cuyo saldo en muertos y heridos es verdaderamente triste, ha puesto en el foco de la opinión pública a dos de los principales colaboradores cercanos al Presidente Andrés Manuel López Obrador: Marcelo Ebrard, Canciller del país y a Claudia Sheinbaum, actual jefa del Gobierno capitalino.

Durante el mandato de Marcelo Ebrard se construyó la Línea 12 y hoy el gobierno de Claudia Sheinbaum tiene bajo su responsabilidad la operación del Metro. De ahí que sea imposible dejar de vincular a estos personajes de la 4T.

Entre los períodos de ambos, gobernó el perredista Miguel Ángel Macera Espinoza, el “torbellino” de este accidente, hoy también lo alcanza.

Hoy por hoy, Ebrard y Sheinbaum son los dos principales delfines para suceder a López Obrador en Palacio Nacional. El trabajo que cada uno ha desarrollado y su buena actuación en sus respectivos cargos, los ha llevado a ser mencionados con miras a la próxima sucesión.

De hecho en una de las entregas que este servidor escribió en este mismo espacio, mencionamos la posibilidad que Marcelo Ebrard tiene para ser el sucesor del actual presidente, ahora con este acontecimiento veremos que pasa.

Ambos personajes -Ebrard y Sheinbaum- están en el ojo del huracán por una razón: todo lo relacionado con el accidente, habla de una negligencia de las empresas que construyeron la obra, pero también de las autoridades responsables de su autorización, mantenimiento y operación.

De la improvisación y la falta de decir lo real, en la información gubernamental, ya que el costo original de la Línea 12 se tasó en 17 mil 583 millones de pesos; el costo final ascendió a los 26 mil millones.

La negligencia en este caso ha sido muy cruel. El gobierno capitalino anunció la contratación de una empresa internacional especializada en transporte y daños estructurales, además de una investigación de la Fiscalía General de la Ciudad de México.

Aunque los peritajes y resultados dirán la última palabra, el costo político del caso tiene preocupados a los personajes de la 4T. El mismo Marcelo Ebrard ha comenzado ya a tratar de desmarcarse al señalar que su responsabilidad sobre la Línea 12 concluyó en el 2013, luego de entregar la obra al gobierno de Mancera.

El canciller de la Cuarta Transformación ha asegurado en diversas entrevistas que “los primeros señalamientos sobre las fallas estructurales en la parte elevada de la línea 12, ocurrieron después del sismo del 2017”. Es decir, en la administración de Miguel Mancera.

Ebrard, Mancera o Sheinbaum podrán decir sus argumentos, podrán explicar lo que más les convenga y armar cada uno por separado, su recuento de daños, pero los hechos ahí están, hay muertos y heridos en una obra que ellos construyeron y operaron. 

Hasta ahorita, nadie ha dicho que ellos sean responsables. Los peritajes técnicos y la conclusión de los mismos dirán si fue la constructora, los funcionarios de las distintas áreas que autorizaron el proyecto, los directivos del Metro o mandos superiores del gobierno capitalino, alguien…

Esta vez -diría un amigo- no habrá manera de echarle la culpa al neoliberalismo, a los conservadores o a la mafia del poder.

Al tiempo.

Punto y aparte

El presidente Andrés Manuel López Obrador ordenó que todas las aduanas ubicadas a lo largo de la frontera con Estados Unidos sean administradas por la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena).

Actualmente sólo 4 de las 19 aduanas fronterizas son controladas por el Ejército. Se trata de las aduanas de Matamoros, Reynosa y Nuevo Laredo (Tamaulipas) y Colombia (Nuevo León).

La decisión implica que la Administración General de Aduanas, en conjunto con la Sedena, nombre administradores de las aduanas restantes de Tamaulipas (Camargo y Miguel Alemán), así como en las de Piedras Negras y Ciudad Acuña (Coahuila); Ojinaga, Ciudad Juárez, Puerto Palomas y Agua Prieta (Chihuahua); Naco, Nogales, Sonoyta y San Luis Río Colorado (Sonora), y Mexicali, Tecate y Tijuana (Baja California).

 

Buen fin de semana, la frase: “Nunca lamentes ningún día de tu vida. Los días buenos dan felicidad. Los días malos dan experiencia. Los peores días dan lecciones. Los mejores días dan memorias”.

¡Ánimo!

 

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