Héctor Reyes 

El confinamiento, por llamarlo de una manera, a raíz del Covid-19 ha puesto a casi todas las familias en una situación excepcional, la de pasar las veinticuatro horas juntos, en casa. Una situación agobiante pero, también, una oportunidad de pasar un difícil examen familiar en el que no hace falta sacar un sobresaliente: con un aprobado, basta. 

Varios de los coahuilenses llevarán, por estas fechas, casi dos semanas en casa, con los hijos. Ejerciendo de padres y madres las veinticuatro horas del día. Sin apenas poder salir y con la incertidumbre sobrevolando nuestras vidas. La perspectiva, no nos vamos a engañar, es dura. Para empezar, porque la situación obliga a cambiar, drásticamente, de ritmo. Y eso cuesta en una sociedad adicta a una hiperactividad a la que los pequeños no son ajenos. En los últimos años los niños han sido arrastrados a unas jornadas frenéticas: clases escolares, de deporte, de ingles, fiestas infantiles, etcétera, jornadas en las que escasean el juego libre y las horas sin pautar con constantes actividades.

Nunca niños y adultos habían pasado tan poco tiempo en casa. Sin embargo, un virus aún más frenético que nuestra sociedad nos obliga a parar en seco. Y a convivir a tiempo completo –y como mínimo, durante las próximas tres semanas-, poniendo a millones de familias en una situación difícil de gestionar. “Es una situación excepcional, realmente”, reflexiona la psicóloga de familia Victoria Reyes.

“De hecho, esta crisis magnifica el papel de los padres: se han de adaptar diferentes roles. Tienen que ejercer de maestros y de cuidadores. Instaurar unos hábitos en el hogar. Ser compañeros de juegos pero, también, marcar unos límites, ser tipo policías e informarles de lo que ocurre sin causarles pánico ni angustia. Todo un reto”.

“Ni en vacaciones van a tener tanto tiempo para pasar con sus hijos. Porque en vacaciones entramos y salimos… ¡Pero esto son veinticuatro horas! Va a ser muy intenso, porqué si para los adultos esta situación es difícil, para los hijos también todo es incertidumbre”. Independientemente de la edad: “Los más pequeños sufren porque no entienden nada y quieren salir a jugar y no pueden… Y los más mayores, entienden demasiado y no lo digieren.

Por ello, insiste: “Los padres tienen que potenciar los roles que ya tenemos y añadir el de psicólogos. Empezando por la gestión de las emociones, tanto las propias como las de los hijos”. La primera emoción a gestionar será la sensación de agobio, que surgirá a menudo, en menores y adultos. “La clave es no agobiarse cuando el hijo diga ¡me aburro!”.

Esta frase va a ser pronunciada decenas de veces durante el confinamiento y por ello conviene recordar dos cosas: que –incluso en estas circunstancias– los padres no somos responsables a tiempo completo del ocio de nuestros hijos y que el aburrimiento puede ser positivo, porque este estado puede propulsar la ansiada creatividad. 

Otra recomendación: Que los padres marquen límites: una herramienta que va a ser básica estos días. Además de los límites, la paciencia será también muy necesaria.

Ante pataletas, frustraciones, gritos y peleas entre hermanos, mucha calma. “Lo importante es no estresarnos. Que cuando la criatura se enfurezca, el padre o la madre lo vean como una cosa normal y no pierdan los estribos”, aconseja Reyes.

¿Es recomendable diseñar un horario?. “Es básico”, dice Reyes. “Porque toda nuestra vida está absolutamente desmontada y sin horarios y con todo el día por delante, podríamos hacer la cama o no hacerla o comer a las tres de la tarde o no comer”. ¿Cómo empezar a organizarse? “Cuidando los biorritmos de la vida cotidiana y ordenando la vida familiar”…

Punto y aparte

Estados Unidos ha registrado más de 82,000 casos de coronavirus,  superando a China como el país con más contagios, según datos de la Universidad Johns Hopkins. El segundo lugar lo ocupa China con 81,000 casos y el tercer lugar Italia con 80,000.

Que nos queda, hacer el asilamiento social y proteger a nuestra familia,

Buen fin de semana.

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