Francisco Tobías
En 1943 se presentó por primera vez un modelo matemático para la creación de una red neuronal, para 1956, es decir 13 años después se utilizó por primera vez el término de inteligencia artificial (IA), por el prominente informático John McCarthy, a partir de ese momento, en forma inicial muy lenta pero cada vez más rápida, se empezaron a desarrollar modelos y softwares, cada vez más completos y complejos hasta el punto en el cual la ciencia ficción quedó atrás y la IA es utilizada diariamente, por supuesto que esto tendrá consecuencias en la economía.
Se tiene estimado que para el 2030 el 3.5 por ciento del PIB mundial sea generado por la IA, es decir de cada 100 dólares producidos en mercancías 3.5 serán generados por medio del uso de la IA. Claro que podemos impresionarnos y preocuparnos por este hecho económico el cual al parecer es inevitable. En donde pudiéramos pensar que existen dos “bandos” que vivirán las consecuencias del uso de la IA en la vida diaria.
Por un lado, tenemos a los empresarios, quienes tienen como objetivo prioritario el obtener mayores utilidades, mayores beneficios, hecho que es fundamental para que cualquier economía funcione bien. Un camino para aumentar las ganancias de cualquier empresa es la reducción de costos, siendo la IA una herramienta para lograr dichos objetivos, reducción de los costos y aumento de las utilidades. Y es que, al utilizar a la IA en la traducción, servicios de atención al cliente, aprobaciones de créditos, inspección de calidad, entre otras actividades, las empresas lograrán reducir costos y tiempos generando así mayores utilidades económicas. Sin embargo, podríamos pensar que los trabajadores serían quienes saldrían perdiendo, hasta el empleo, por el uso de la IA, pareciera que el desplazamiento de la mano de obra e innovación laboral seguirá presente, situación que se presenta desde la revolución industrial, sin embargo, gracias a la acumulación ampliada del capital y al desarrollo de nuevos puestos de trabajo se seguirán generando empleos. De hecho, el Fondo Monetario Internacional asegura que el 40% de los empleos en el mundo serán afectados por el uso de la IA, algunos empleos desaparecerán, otros se complementaran y muchos más se crearan, todo esto con el riego de aumentar la desigualdad económica, ocasionando que quienes tienen más tengan más y quienes tienen menos tengan menos.
La estimación es que en el 2030 la IA generé 19.9 billones de dólares, siendo el 3.5 por ciento de toda la producción mundial y para ello se requerirán 12 millones de cambios laborales.
Como siempre, la economía es interesantísima cuando se analiza más allá del equilibrio de la oferta y la demanda.