Francisco Tobías

En esta ocasión te platico que en el Saltillo antiguo incluso hasta mediados del siglo pasado, pero antes de que contáramos con luz eléctrica y de los avances del día de hoy, la ciudad era alumbrada con faroles. Y a quienes se encargaban de encenderlos se les llamaba Serenos, que no solo se responsabilizaban de lo antes dicho, sino que también tenían la obligación de la vigilancia de nuestra hermosa ciudad.

Su organización, según el reglamento autorizado por el Ayuntamiento el 15 de mayo de 1862, contaba de un Cabo que tenía bajo su mando a 10 Serenos.

Este reglamento establecía entre otras cosas las labores del Cabo y de los Serenos. Les marcaba horarios y señalaba sus respectivas obligaciones.

Entre sus principales deberes estaba el ser vigilante desde las 10:00 de la noche hasta las 4:00 de la mañana, y tenían que dar parte. Es decir, informar de los sucesos de la noche anterior en punto de las 8:00 de la mañana al Presidente del Ayuntamiento.

Por la mañana, desde temprano, tenían que preparar los instrumentos que ocuparían en la noche. A cada 60 minutos gritaban la hora y si no había novedad, agregaban esta frase: “Todo sereno”. Por ejemplo: “Las once y todo sereno”.

El oficio de Sereno era de alta demanda, pero no cualquiera podía desempeñarlo y no cualquiera lo fue. Recordemos la anécdota del Sereno interino llamado Juan Fuentes, quien pidió a la autoridad hacerlo propietario de tal trabajo. Consta ello en una carta dirigida al alcalde de

esta hermosa ciudad de Saltillo y firmada en la fecha primero de diciembre de 1870.

Un trabajo digno y de gran responsabilidad, cabe señalar que esa labor no la trajo la tradición española. Fue heredada del pueblo mexica, la primera comunidad en el mundo que contó con un sistema de alumbrado público para la gran Tenochtitlán.

Este servicio de gran responsabilidad dejó de prestarse en Saltillo a mediados del siglo XX. Hay quienes aún recuerdan a don Lázaro, quien fuera el Sereno responsable de la calle de Zaragoza, entre Aldama y lo que hoy es Pérez Treviño, antes llamada Venustiano Carranza, en el centro histórico de esta capital.

Así es, amiga y amigo Saltillense, nuestra hermosa ciudad, antes de tener luces de focos incandescentes, era alumbrada con farolas que usaban como combustible el sebo y la mecha. Los encargados de mantener las farolas encendidas y que la ciudad no estuviera en la penumbra eran los Serenos, de esos oficios que la modernidad se llevó, como se fue el pasado que hoy suena lejano. Un oficio que vale la pena recordar.