Francisco Tobías
En esta ocasión te platico de un caso, en el cual varios malos vendedores fueron sancionados y desafortunadamente varios Saltillenses afectados, en especial el tesoro más preciado que tenemos, nuestras niñas y niños.
En el que ya pareciera lejano año de 1909, aquí en esta hermosa ciudad de Saltillo, la autoridad sanitaria, se dio a la tarea de analizar la leche que se vendía en los expendios, y quiero aclararle estimada y estimado Saltillense que los expendios eran de leche y no de cerveza. Aclarando este punto, continuo con esta Cápsula Sarapera, resulta que al realizar un operativo sorpresa encontraron leche adulterada, con agua y otras cosas más.
Hasta de infanticidas fueron llamados estos vendedores de leche adulterada, y como no llamarles así, si por ejemplo a Trinidad Escobedo le encontraron que la leche que vendía estaba rebajada con agua y fue acreedora de una multa por diez pesos, pero Joaquín Dávila hasta cochino salió, pues le encontraron suciedades en el producto que vendía, peor salió quien tal vez era su primo y se llamaba Pedro Dávila quien perdió su mercancía pues estaba adulterada con leche de cabra y agua, por cierto lo multaron con veinte pesos.
La multa más alta, que fue por treinta pesos, la pagó Florencio Ledezma, quien no unicamente trato de sobornar a un empleado de salubridad, sino que ya habia sido detectada la alteración en su producto por cuatro o cinco veces. Bueno pues tanto fue el revuelo que un vendedor de leche llamda Cruz Escobedo, prefirió encender el bote de leche en su casa, a lo mejor hasta con gasolina estaba adulterada, pero no sólo eso, además tiró la leche por la ventana de su casa, empapando al trabajador de gobierno.
Este es un caso de alteración que sucedió en esta hermosa ciudad de Saltillo, en el cual los ciudadanos se alborotaron, y como no, si hasta los quesos ya no hacían hebras, los niños lloraba mucho, el chocolate se cortaba y por si fuera poco los pasteles no se inflaban, y todo esto sólo por vender leche adulterada.


