En esta ocasión te platico que nuestras investigaciones arrojaron una anécdota ya olvidada por la sociedad Saltillense. Los hechos fueron cuando nuestra hermosa ciudad era villa. Esto en el año de 1724.

Francisco Fernández de Rumayor era un rico mercader del Saltillo antiguo, venido de las tierras vecinas de Zacatecas, y te platico que un día se enojó. Tal fue su disgusto, que presentó una queja ante las autoridades máximas de la Villa de Santiago del Saltillo contra quien resultara responsable de haber hablado mal de él y de haberlo criticado.

Su enfado fue tal que incluso envió una carta al rey de España, Luis I, expresando su enojo y descontento debido a que un grupo de personas se había parado frente a su casa gritando vituperios en su contra.

Alegó que él era hombre de bien, respetuoso de las leyes del hombre y de las leyes de Dios. Su declaración no ofrece exactamente las ofensas inferidas, pero menciona textualmente: “Se dijeron palabras mayores denigrativas a las buenas obligaciones con que nací… tales que en todo son destructivas a la honra, fama y buena opinión que un hombre como yo debe mantener”.

Don Francisco retó a que quien tuviera algo que decir en su contra, lo hiciese en su cara y lo hiciese “bajo juramento”, ya que así sería imposible mentir sobre su honorable comportamiento.

Así es, amigas y amigos, en Saltillo, un rico mercader se enojó, se enfureció y pidió a la más alta autoridad que si alguien tenía que decir algo en su contra lo hiciera de frente. ¿Qué fue lo que se dijo? No se sabe, no hay registro de ello, pero seguramente fue algo tan grave que hasta el rey de España se enteró de su descontento. La pregunta que ahora nos hacemos es: ¿Luis I, el rey de España se habrá preocupado? ¿Habría perdido el sueño? Lo dudamos, pero de lo que estamos seguros es que ese año el rey murió. Esperamos que la carta procedente desde Saltillo, no haya sido la razón.