En esta ocasión te platico sobre una escuela de música, de esta bella ciudad de Saltillo. Una academia, para ser precisos, dedicada a enseñar el arte de la melodía, armonía y ritmo. Doña Flor Aguirre, fundadora de esta escuela, decidió bautizarla “Beethoven”, ya que además de ser su músico favorito, particularmente admiraba la 5ta. Sinfonía, para ella un deleite desde el primero hasta el último acorde.

Fundada en el mes de noviembre de 1940, cuenta con ya casi 74 años de impartir arte. Han enseñado música a generaciones completas, desde bisabuelos, abuelos, hijos y nietos. Su primera alumna fue Minerva García, quien aprendió piano, pues originalmente la academia solo impartía clases de este instrumento. Con el tiempo fueron integrándose a la curricular musical, guitarra, canto y percusiones.

Doña Flor aprendió música aquí mismo, en Saltillo. Tocaba con extrema delicadeza, provocando hermosas notas dignas de admiración.

Su maestra fue doña Elenita Rufo, “La francesita”, como era conocida, quien daba las clases en su casa ubicada en el callejón del Truco; doña Elenita fue alumna del Conservatorio de Bruselas.

La fundadora de la Academia Beethoven inició su aprendizaje musical en 1935 y para el siguiente año su padre le compró un piano marca Hardman fabricado en 1896, adquirido en la vecina ciudad de Monterrey, Nuevo León. Vale la pena señalar que el diploma que acredita a doña Flor como Música está avalado por el mismísimo Manuel María Ponce y por el no menos reconocido Julián Carrillo.

Maestra de gran paciencia, las edades de sus alumnos oscilan de los 6 años hasta adultos de más de 76. Destacados saltillenses han tomado clases en la Academia Beethoven: es de recordar que en 1978 una alumna de doña Flor, Irma Angélica Dávila Segura, ganó un concurso nacional de música en Televisa, logrando participar en un conocido programa televisivo con Raúl Velasco.

Hoy en día, alumnos egresados de esta academia ya tienen sus propias escuelas. La Academia Beethoven ha cosechado grandes frutos, que han pasado desde Sonora y Chihuahua hasta Veracruz.

Escuela donde ya tres generaciones han participado enseñando música. Hoy el director es el hijo de doña Flor, el maestro Liberio Hernández Aguirre.

Como dato anecdótico, les platico que doña Flor tenía una tortuga, y cuando la pianista tocaba “Para Elisa” de Beethoven, la tortuga se trasladaba del jardín y se postraba a un lado de ella. Al terminar la melodía, la tortuga regresaba al jardín.

En el año 2008 doña Flor dejó de acompañarnos, pero en vida disfrutó del galardón más importante que otorga el Ayuntamiento de Saltillo: en 2005 se hizo merecedora de la Presea Saltillo.

Así es, señoras y señores Saltillenses: hoy en día, después de 74 años, una academia de música sigue con la misión de enseñar el arte de las musas, en la calle de Hidalgo frente a la escuela Miguel López. Como dice don Liberio: “Una guitarra más es un pandillero menos; un piano más es un delincuente menos”.

Yo me despido con una frase de doña Flor que toca el corazón y acaricia el alma y que vale la pena recordar: “Con la música se llega al cielo”.