Xavier Díez de Urdanivia

Fue un acto solemne, instituido para cumplir el inexcusable deber de rendir cuentas puntuales del desempeño oficial; las malas prácticas lo convirtieron en una suerte de verbena a la que llegó a llamarse “la fiesta del Presidente”.

Hoy, en el otro extremo, lo que se dejó ver en lugar de eso fue un reducido cónclave -30 personas, según el vocero presidencial- dispuesto al aplauso fácil.

Ese solo hecho mucho quiere decir, y más si se observan las imágenes de un Zócalo cercado por vallas y un Palacio Nacional reforzado para cobijar ese evento.

Las formas hablan del fondo, pero también los silencios. Los “otros datos” que el informe encubrió tras la manida retórica, salpimentada por las punzantes referencias a los adversarios, todos “conservadores neoliberales”, por supuesto, y culpables de todo mal, dicen todavía más.

Esos “otros datos” son “datos” que tienen nombre, apellido y rostro; se asoman cada día en la dramática desesperación de quien, enfermo y sin recursos, acude a los servicios públicos de salud que quedan, sin ser atendidos, sin recibir los medicamentos prescritos o debiendo pagar por los materiales empleados en los procedimientos a que, si corren con suerte, tienen que someterse, o a sus hijos, con la esperanza de recuperar la salud.

Personas desaparecidas, asesinadas, víctimas de los muy diversos delitos que los reportes oficiales arrojan en cuadros y estadísticas que, así presentados, se despersonalizan pero que tienen identidades individuales que no han contado con la protección a que tienen derecho.

Son también los varios millones de trabajadores que han emigrado y, desde aquellos lugares donde han encontrado la forma de ganarse la vida, mandan dinero a sus familias, a cambio de pasar privaciones y tener que tolerar vejaciones sin límite ¿Es un logro, o el reconocimiento de un fracaso que las remesas hayan alcanzado cifras récord por lo cuantiosas que son?

Es una pena -alguna ciudadana mayor lo dijo emblemáticamente hace unos días- que quienes votaron por él, porque “era la esperanza de México”, hayan pasado de esa esperanza a la desilusión, y den ya muestras de irritación peligrosa y muy significativa.

Pero los “otros datos”, manida referencia en el constante diferendo presidencial con la terca realidad, no solo consisten en “matices” aplicados a la realidad u omisiones en el texto leído por el Presidente.

Son también, según han corroborado consultores especializados -como lo hace SPIN- el informe contiene “88 afirmaciones que resultan falsas, engañosas o que no se pueden comprobar” (https://www.debate.com.mx/politica/En-su-Tercer-Informe-de-Gobierno-AMLO-dijo-88-afirmaciones-falsas-o-no-comprobables-SPIN-20210901-0309.html, consultada el 03/11/2021). Eso será muy grave.

La realidad es muy terca y, tarde o temprano, desmiente a quienes la deforman o ignoran, aunque mientras eso pasa y la gente se percata del engaño, mucho daño puede ocasionar basar la acción de Gobierno en mentiras. Ellas solo podrán generar, efímeramente, popularidad que, de cualquier manera, siempre resultará incompatible con una real y verdadera legitimidad.

Un aforismo muy conocido en el ámbito de la gestión, especialmente la pública, dice que una decisión solo puede ser tan buena como la información en que se basa. De ahí que, tratándose de toda política pública, sea preciso contar con información veraz, confiable y oportuna, pues de las decisiones en que se funden ellas y se nutran las acciones de ellas deriven, derivarán consecuencias que afecten a muy amplios sectores de población e incluso trascenderán, a futuras generaciones.

Fundar la acción de gobierno en la mentira resultaría peor que la demagogia ¿habría que construir el feo neologismo, “psemocracia”, compuesto por las palabras griegas “psema” y “kratos”, que significan “mentira” y “gobierno”, respectivamente, para referirnos a un régimen tal?

Afirmó el gobernante que lo que le importa es su propia conciencia. Aunque así sea, es de desearse que muy pronto ella le recuerde la frase, atribuida generalmente a Lincoln, que dice: “Se puede engañar a algunos todo el tiempo y se puede engañar a todos durante algún tiempo. Pero no se puede engañar a todos todo el tiempo”.