Xavier Díez de Urdanivia

La burda maniobra ejecutada por el Senado el jueves anterior es una aberración jurídica que constituye, además, una actitud política execrable y un comportamiento éticamente condenable.

El artículo 97 constitucional dispone, inequívocamente, lo siguiente: “Cada cuatro años, el Pleno elegirá de entre sus miembros al Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, el cual no podrá ser reelecto para el periodo inmediato posterior”.

A pesar de eso, sorpresivamente y fuera de todo protocolo procedimental, el Partido Verde se prestó a presentar al Pleno un Artículo transitorio adicional para el decreto que reforma la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación y otras vinculadas con la función judicial. El Artículo propuesto, en la parte que más importa, dice: “Con el fin de implementar la reforma constitucional al Poder Judicial de la Federación publicada en el Diario Oficial de la Federación el 11 de marzo de 2021 y las leyes reglamentarias a las que se refiere el presente decreto, la persona que a su entrada en vigor ocupe la Presidencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y del Consejo de la Judicatura Federal ocupará ese cargo hasta el 30 de noviembre de 2024”, es decir, hasta el final del sexenio en curso.

La inconstitucionalidad del decreto es palmaria y su vulnerabilidad mayúscula, por lo que, si se aprobara también en la Cámara de Diputados, es de esperarse que sea puntualmente impugnado por los legisladores que, en minoría suficiente, promuevan las medidas necesarias ante la Suprema Corte, y que el ascendiente del presidente de ella, si intentara interferir, no le alcance para que sus pares claudiquen de su deber primordial, teniendo presente la grave prevaricación en que incurrirían.

Si no fuera así, quedan todavía las instancias internacionales, a las que ya ha advertido el senador Dante Delgado que acudirán en caso de ser necesario, actitud que es digna de aplauso, porque es necesario impedir que el despropósito prospere.

Con todo, la suspicacia es inevitable, porque tan grotesco pegoste está llamado al fracaso y aun si prosperara, es dudoso -y siempre pobre- el beneficio que podría acarrear en la práctica a quienes mueven el abanico de la política en estos días.

¿Acaso habrá una intención ulterior? No deja de ser una curiosa “coincidencia” que lo narrado haya tenido lugar el jueves y ocasionado la explicable agitación que causó, mientras acababa de cocinarse una gravísima vulneración del derecho fundamental a la intimidad, mediante el establecimiento del Padrón Nacional de Usuarios de Telefonía Móvil en el “Decreto por el que se reforman y adicionan diversas disposiciones de la Ley Federal de Telecomunicaciones y Radiodifusión”, que el Diario Oficial de la Federación publicó, como único asunto y en una edición vespertina extraordinaria, el día siguiente ¿Sería acaso un distractor el episodio senatorial?

El padrón registrará, entre otra información, los “Datos Biométricos del usuario y, en su caso, del representante legal de la persona moral, conforme a las disposiciones administrativas de carácter general que al efecto emita el Instituto”, así como el nombre completo, el domicilio y algunos más, que deberán mantenerse actualizados.

¿Qué cree usted que sea más valioso, políticamente hablando, para la élite en el poder?

Quienes se prestaron al sainete de la que ya llaman algunos “Ley Zaldívar”, incluidos los que votaron a favor o se abstuvieron (entre ellos varios connotados priistas) no están a la altura de la representación que ostentan y quizás no merezcan ser parte del Senado, pero ¿qué decir de quienes lo hicieron con la aprobación de las reformas a la Ley Federal de Telecomunicaciones y Radiodifusión?

En el Poder Judicial de la Federación hay pundonorosos servidores, gente valiosa y de probidad acreditada que sabrá actuar con corrección y hacer justicia en los procedimientos de impugnación que reciban.

Para ellos -incluidos ministros, magistrados y jueces- los senadores y diputados con sentido de responsabilidad, pero también para los ciudadanos de este país, esta es una hora de definiciones.