Xavier Díez de Urdanivia

El que inicia será un año definitorio para el país. Las elecciones por celebrase en él serán, sin duda, su eje político, porque ellas implican mucho más que un rutinario recambio de titulares. Sin exageración y sin tremendismo, puede afirmarse que es la democracia misma la que está en juego.

Poco a poco, pero consistentemente, hemos atestiguado cómo es que el régimen encabezado por AMLO socava el entramado constitucional de frenos y contrapesos, y cómo ese proceso conduce a la concentración del poder en sus manos.

En la primera semana del año se manifestó esa determinación. Una vez más, está en camino la preparación de una “reforma administrativa” para eliminar organismos autónomos como el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) y el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI), porque, supone y afirma, resultan muy onerosos para el presupuesto y “duplican” funciones de algunas dependencias del Gobierno federal ya existentes.

La falacia es evidente: están ahí esos organismos para complementar la “división de poderes”, estableciendo mecanismos de vigilancia y control que sería ridículo encomendar a los propios vigilados; su existencia beneficia, primordialmente, a las personas ajenas al poder, que son frecuentemente víctimas de quienes lo ejercen indebidamente.

Es verdad que consumen recursos presupuestales, pero en mucho menor medida de lo que ocurre con las dádivas clientelares de los mal llamados “programas sociales”, que enmascaran actividades de abierto proselitismo en favor del partido en el poder, y las pifias económicas y de gestión de sobra conocidas.

Es cierto también que la proliferación excesiva de dichos organismos tampoco conviene a nadie y, en algunos casos, es digna de repensarse, pero en otros en una necesidad imprescindible, justificada precisamente en la “asepsia” política y administrativa que es necesaria para que opere, con eficacia, no solo prescriptivamente, el modelo de “estado de derecho” en México.

Tal es el caso, por ejemplo, del Banco de México, del INE y del INAI, que están en la mira del Presidente, según él mismo lo ha expresado, cuando lo que realmente queda pendiente respecto de ellos es el reforzamiento de su autonomía, porque persisten mecanismos que, desde los procedimientos de designación de sus integrantes, la limitan sensiblemente.

Si en los procesos comiciales de este año consigue el Presidente lo que consiguió al ser electo para el puesto que desempeña, estará sin duda en posición de operar los cambios que refuercen ese proyecto, a despecho de las necesidades políticas y cívicas que este país necesita realmente.

De ahí su preocupación y su prisa por remover los obstáculos antes de los comicios de este año. De ahí sus empeños por reforzar su ascendiente político sobre sus seguidores y recuperar a los indecisos, enriqueciendo inclusive su acervo con otros nuevos, si fuera posible.

La realidad se impone siempre, a pesar de los embates que sufre por parte de las ideologías para distorsionarla, pero los costos de postergar su reconocimiento suelen ser altos y, a veces, imposibles de remediar. Es una lástima que quien llegó a la Presidencia por el impulso de la esperanza de muchos, hoy sea factor de ruptura y desilusión.

Lo más sano para este país –y nada tiene que ver con este aserto ideología alguna– es que la población cobre conciencia de la necesidad de que los mecanismos de control operen debidamente, que esa operación no sea solo formal, sino sustantiva, y que se vea enriquecida en los hechos con comportamientos correctos –ética y jurídicamente– de todos los actores sociales –los relevantes y quienes no lo son– para que la base de justicia social sobre la que se construya la vida comunitaria sea firme y duradera.

En 1955 el connotado jurista uruguayo Eduardo J. Couture escribió a mano, en algún lugar que no tengo preciso, lo siguiente: “…que el año nuevo traiga consigo la felicidad esperada; y que si no la trae, no nos quite la felicidad de seguirla esperando”. Hagamos que, cuando menos, así sea el 2021.