Francisco Treviño Aguirre

Las emisiones de dióxido de carbono (CO2) son gases de efecto invernadero resultantes de la quema de combustibles fósiles. El gas de efecto invernadero es un gas que absorbe y emite radiación térmica, creando un "efecto invernadero". Si bien el dióxido de carbono es importante para mantener la Tierra a una temperatura habitable, las emisiones excesivas causadas por el aumento del consumo de combustibles fósiles están interrumpiendo el ciclo del carbono de la Tierra y el generan un calentamiento global acelerado.

El calentamiento global y el cambio climático tienen varios impactos ecológicos, como inundaciones, tormentas extremas, aumento en los niveles del mar entre otras alteraciones. Es por esto que la importante disminución en los costos de generación de energía eléctrica y el uso de  baterías renovables, significa que el mundo ahora puede planear descarbonizar la generación de electricidad mucho más rápidamente y a un costo más bajo de lo que parecía posible hace 10 años. A través de la electrificación ecológica, es posible descarbonizar muchos otros sectores de la economía, como la mayor parte de la manufactura, la calefacción residencial y el transporte pesado. Pero eso deja el desafío de cómo descarbonizar los llamados sectores de la economía más difíciles de reducir, donde la electrificación directa será, en algunos casos, imposible, más difícil o significativamente más costosa. Se trata de sectores industriales pesados ​​como el acero, el cemento, los productos químicos y el aluminio, así como la transportación de larga distancia como el marítimo, la aviación y el transporte por carretera a larga distancia. En conjunto, estos sectores representan aproximadamente el 30% de todas las emisiones, pero a medida que descarbonizamos la energía y muchos otros sectores, esta proporción aumentará. Para lograr el objetivo de cero carbono en la economía, se debe contener el cambio climático nocivo, y diseñar una estrategia que permita eliminar las emisiones de estos sectores más complicados. Según la Comisión de Transición Energética de Estados Unidos esto es posible, sin considerar el desarrollo de tecnologías completamente nuevas y actualmente desconocidas, y con un impacto muy pequeño en el crecimiento global y el nivel de vida. La producción de acero puede convertirse en carbono cero utilizando hidrógeno en lugar de carbón coquizable como agente reductor o aplicando captura y almacenamiento para las operaciones de altos hornos.

Las emisiones químicas podrían reducirse y eventualmente eliminarse mediante aumento en el reciclaje de plásticos, utilizando plásticos existentes o biomasa como materia prima para nueva producción, a través de la electrificación de hornos de craqueo o nuevos procesos electroquímicos. La electrificación a batería y el hidrógeno serán tecnologías importantes para el transporte de corta distancia; la aviación de larga distancia podría ser alimentada por biocombustibles o combustibles sintéticos que son casi químicamente equivalentes al combustible convencional, y los motores de barcos de larga distancia podrían quemar amoníaco (hecho de hidrógeno verde producido por electrólisis) o biocombustible.

En el sector del autotransporte, un cambio a motores eléctricos, que funcionen con baterías para distancias más cortas o celdas de combustible de hidrógeno por más tiempo, seguramente ofrecerá descarbonización casi completa, dada la ventaja de eficiencia inherente de los motores eléctricos en comparación con los motores de combustión interna. Si se toman medidas suficientemente contundentes durante los próximos años y se logran mantener por las siguientes tres décadas, se puede lograr una economía de cero emisiones de carbono para el año 2050.

@pacotrevinoa

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