Francisco Treviño Aguirre

Ante un escenario en constante evolución de los paradigmas empresariales, el concepto de economía circular ha surgido como un faro de esperanza, con el objetivo de revolucionar la forma en que las empresas crean, entregan y capturan valor. En su núcleo se encuentra un profundo espíritu: disminuir el desperdicio y la utilización de recursos rediseñando todo el ciclo de vida de un producto. Sin embargo, en medio de esta promesa, surge una pregunta crucial: ¿Qué camino deben seguir las empresas para manifestar estas nobles aspiraciones?

El modelo anunciado de una economía circular se esfuerza por reutilizar perpetuamente productos y materiales, al tiempo que integra recursos renovables cuando sea posible. Esta premisa se erige como una respuesta al alarmante aumento de la utilización mundial de los recursos naturales, que se ha triplicado desde 1970. Lamentablemente, este crecimiento exponencial ha tenido consecuencias nocivas, aumentando la pérdida de biodiversidad y desencadenando importantes ramificaciones climáticas.

Si bien un importante número de empresas han adoptado la retórica de la circularidad, un estudio reciente revela una cruda realidad: la mayoría atraviesa un camino de minimalismo, obsesionado con el reciclaje y la gestión de residuos en lugar de catalizar transformaciones sustanciales. Esta coyuntura crucial presenta una opción binaria para la economía circular: perpetuar las alteraciones incrementales en los flujos de recursos o encabezar un movimiento transformador hacia una sociedad circular sostenible. Los esfuerzos estratégicos dentro de este dominio abarcan "estrechar" y "cerrar" el círculo, estrategias que tienen el potencial de remodelar los marcos industriales y repercutir en todas las economías mundiales. Al estrechar, se hacer referencia a reducir la afluencia de recursos en los ciclos de producción, adoptando la eficiencia como piedra angular.

Esto se manifiesta a través de innumerables acciones, desde la conservación de la energía y el agua hasta la creación de productos más ligeros, todo lo cual sirve para racionalizar la utilización de los recursos. Al mismo tiempo, el estrechar abarca la sustitución de materiales insostenibles por alternativas ecológicas, donde la transición a fuentes de energía renovables es un ejemplo conmovedor. Paralelamente, "cerrar" el círculo resuena con el espíritu de reciclar los residuos durante y después de la producción, encapsulado en modelos de negocio denominados "ampliación del valor de los recursos" y "simbiosis industrial".

Derivado de lo anterior, el concepto “acortando el ciclo”, anunciado como un eje potencial en la estrategia ambiental, conlleva profundas implicaciones, lo que requiere un cambio de paradigma en los modelos de negocio. Al adoptar el valor sobre el volumen, este enfoque aboga por una transición del consumo rápido al sostenible. Sin embargo, su implementación presenta grandes desafíos, que requieren una reconfiguración detallada de los marcos comerciales existentes. Las empresas que se embarcan en este camino pueden incurrir en mayores costos laborales y logísticos, pero podrían compensarlos a través de menores gastos de materiales y una mayor lealtad del cliente.

El paradigma de "cerrar" los ciclos de recursos, anclado en el reciclaje y la simbiosis industrial, si bien es encomiable, exhibe limitaciones inherentes. El reciclaje, aunque impactante, sigue siendo insuficiente para abordar de manera integral la utilización de recursos, ya que encapsula solo una fracción de los requisitos materiales actuales. Esto obliga a una reflexión sobre las insuficiencias inherentes a este modelo.

Hoy por hoy, en el laberinto de las estrategias de economía circular, persiste el dilema: ¿qué camino deben recorrer las empresas? A medida que el mundo se enfrenta a crecientes crisis ambientales, la respuesta no está en un modelo singular, sino en una sinergia de enfoques, meticulosamente calibrados para armonizar la viabilidad económica con la sostenibilidad ambiental. La trayectoria hacia adelante requiere no solo una evolución empresarial, sino un cambio paradigmático en los marcos industriales globales, donde las empresas hagan sinergia en estos modelos para crear un paisaje en el que la rentabilidad converge a la perfección con el bienestar global.

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