Francisco Treviño Aguirre

La invasión a Ucrania y la ruptura de los antiguos lazos energéticos de Europa con Rusia están transformando el mercado mundial del gas natural. Por ahora, la capacidad de Europa para asegurar suministros alternativos depende de la voluntad de Estados Unidos de asumir un nuevo papel global que puede ser reacio a desempeñar.

Pero reducir las importaciones de gas natural ruso llevará más tiempo. La Unión Europea creó recientemente una nueva agencia para comprar gas en nombre de los 27 estados miembros. Su primera compra conjunta, de unos 15,000 millones de metros cúbicos este año, procederá de Estados Unidos en forma de gas natural licuado (GNL), y esto es solo un comienzo.

Europa no puede alejarse rápidamente del gas ruso, particularmente en el sector industrial. La guerra del presidente ruso, Vladimir Putin, contra Ucrania impulsará la intensificación de los esfuerzos para desarrollar más parques eólicos e instalaciones solares en toda la Unión Europea, pero la energía renovable requiere mejoras específicas en la infraestructura, cuyo financiamiento e implementación llevará tiempo. Hasta que la tecnología de las baterías permita almacenar energía en grandes volúmenes, Europa necesitará plantas que funcionen con gas para el suministro de energía de respaldo en los días sin viento ni sol.

Si bien no hay escasez de gas bajo tierra, desarrollar estos recursos y llevarlos al mercado puede llevar de 3 a 5 años, o más si es necesario crear instalaciones complejas de GNL. La guerra de Putin estimulará el desarrollo de nuevos yacimientos de gas, especialmente en Oriente Medio y el Mediterráneo oriental. Pero por el momento, solo hay una fuente fácilmente disponible de suministros adicionales sustanciales: Estados Unidos. En este sentido, la promoción del gas para la exportación representa un renacimiento no deseado de la economía basada en hidrocarburos. El gas exportado desde EUA en forma de GNL generará emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), lo que se suma a un total global que ya ha vuelto a los niveles previos a la pandemia y sigue aumentando.

Por otra parte, también existe el riesgo de que el aumento de las exportaciones implique aumentar el suministro de gas y probablemente también de petróleo fuera de EUA, justo cuando los precios al consumidor de todas las formas de energía están aumentando rápidamente en nuestro país vecino. Estados Unidos ha llegado a disfrutar de la autosuficiencia en petróleo y gas que ha proporcionado el gas shale, y no está claro si convertirse en el principal exportador de gas del mundo tiene un gran atractivo.

Una creciente escasez de gas natural en Europa, donde ya se habla de racionamiento, podría socavar el apoyo público a las sanciones contra Rusia. La tentación de que Alemania y otros países presionen al gobierno ucraniano para que acepte un acuerdo de paz insatisfactorio con Rusia solo aumentará si aumenta el impacto de la escasez de gas en la economía europea. La guerra de Putin contra Ucrania ha vuelto a colocar la seguridad energética en la cima de la agenda política a ambos lados del Atlántico. Las opciones que ahora enfrentan los líderes estadounidenses y europeos pueden ser incómodas, pero también son urgentes e inevitables.

Twitter: @pacotrevinoa