Francisco Treviño Aguirre

En la segunda mitad del siglo 18 ocurrió en Inglaterra la primera revolución energética en el mundo con el uso de carbón para reemplazar la madera hasta ahora ampliamente utilizada como fuente de energía. La primera revolución energética ocurrió simultáneamente con el advenimiento de la 1ª Revolución Industrial. La primera revolución energética se limitó a Europa, primero en Gran Bretaña y luego en Europa occidental, y posteriormente en Estados Unidos a principios del siglo 20. La segunda revolución energética, que coincidió con la Segunda Revolución Industrial, tuvo lugar con la llegada del petróleo y la electricidad.

El uso del petróleo como fuente de energía en el mundo comenzó en los Estados Unidos con la operación del primer pozo en Texas en 1901. De una forma u otra, todas las actividades humanas en la Tierra llevaron a cambios en el entorno en el que vivimos. Muchos de estos impactos ambientales se deben a la generación, manejo y uso de la energía, que es responsable del 57 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero en la atmósfera, resultado de las actividades que llevamos a cabo los seres humanos.

El cambio de paradigma para la generación de electricidad con carbón y gas a energía eólica y solar enfrenta obstáculos prácticamente similares en muchas partes del mundo. En los países más desarrollados, los recursos estarán disponibles para financiar una transición relativamente rápida, que incluirá la “jubilación” anticipada de las plantas de carbón y gas. Los países con redes eléctricas de carbón y / o gas existentes, ya sean pobres o que enfrentan problemas de sostenibilidad y crecimiento, estarán más inclinados a aprovechar la infraestructura existente el mayor tiempo posible, asegurando la continuidad de al menos una parte de la demanda actual de gas natural para la generación de electricidad durante un tiempo considerable.  

El primer paso para implementar un sistema de energía sostenible en el mundo es redirigir una gran cantidad de políticas gubernamentales que tienen como objetivo alcanzar los objetivos centrales de eficiencia energética y reducir el uso de combustibles fósiles. Por ejemplo: recompensar la compra de vehículos automotores eficientes y la fabricación de automóviles eléctricos, fomentar alternativas de transporte público de alta capacidad para reemplazar el automóvil, reestructurar las industrias energéticas y aumentar los impuestos sobre los combustibles fósiles, entre otras medidas. El uso de fuentes de energía renovable causaría cambios a gran escala en todo el planeta, entre ellos, la creación de industrias completamente nuevas, el desarrollo de nuevos sistemas de transporte y la modificación de la agricultura y las ciudades.

Hoy por hoy el gran desafío es continuar el desarrollo de nuevas tecnologías que aprovechan eficientemente y económicamente la energía utilizando recursos renovables. Este es el escenario de energía alternativa que puede evitar comprometer el entorno global. Esto significa que se deben implementar cambios profundos en la política energética global para permitir la tercera revolución energética en el mundo.

@pacotrevinoa

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