Francisco Treviño Aguirre

El Plástico: material versátil y que se encuentra en todas partes, es difícil imaginar la vida sin él. A pesar del crecimiento que ha tenido durante décadas, ya no se puede ignorar el daño causado a la sociedad y al medio ambiente por su abundancia. Con 13,000 piezas de basura plástica por kilómetro cuadrado de océano, y la fabricación de botellas de plástico que producen un nivel de emisiones de gases de efecto invernadero equivalente a viajar una milla en un automóvil mediano de gasolina, nunca ha habido un momento más apremiante para Reinventar los modos de producción tradicionales.

Antoine Frérot, CEO de Veolia, empresa francesa dedicada a las gestiones ambientales, observa el fuerte aumento en la producción de plástico durante el último medio siglo, de 15 millones de toneladas durante la década de 1960 a 311 millones de toneladas en 2014. Se espera que esta cifra se triplique para 2050, cuando la producción de plástico pueda representan el 20% del consumo mundial anual de petróleo. A medida que el movimiento global para proteger el planeta contra la espiral de producción de plástico continúa ganando impulso y las industrias responsables de su producción enfrentan nuevos niveles de escrutinio, ha surgido una nuevas oportunidades de con el plástico, tanto para crear valor como para impulsar prácticas más sostenibles simultáneamente. Con esta nueva oportunidad, ¿podría el plástico convertirse en su misma solución?

Si la piedra angular del pensamiento de la economía se aplica a los plásticos; si el crecimiento económico se desacopla del uso limitado de los recursos naturales; y si se encuentran nuevas formas de reutilizar productos de plástico ya existentes, la versatilidad del plástico puede abarcar nuevas alturas, creando un nuevo valor para las empresas y proteger el futuro de nuestro planeta. Si las medidas reglamentarias y voluntarias que dan prioridad al reciclaje y la recuperación también pueden alinearse con la innovación sostenible y los nuevos avances tecnológicos, la necesidad global de plástico virgen podría reducirse drásticamente.

Por ejemplo, en la actualidad, el tratamiento, reciclaje y recolección de envases de plástico varía según el tipo de plástico en cuestión. Esto hace que la acción apropiada no sea clara y desincentiva las prácticas correctas de recuperación de recursos. Como algunos sugieren, una estandarización global de los tipos de envases de plástico puede ser una solución a este problema. Esto podría realizarse a través de una fusión de la colaboración del sector público para crear políticas efectivas, junto con los estándares de la industria autorregulados, lo que se traduce en mejores tasas de reciclaje y una recuperación más sencilla de los recursos. La era en la que estamos entrando, conocida como la Cuarta Revolución Industrial, se define en gran medida por el rápido desarrollo de las capacidades tecnológicas.

El Foro Económico Mundial ha identificado tres tipos de tecnologías que apoyan la transición a una economía circular: los sectores digital, físico y biológico. La innovación sostenible debe estar en el corazón del desarrollo de las capacidades tecnológicas que están alterando fundamentalmente el mundo en el que vivimos. Un motor de innovación de plásticos sustentable ya está dando vida, y muchas compañías pioneras utilizan estas tecnologías de la Cuarta Revolución Industrial para liderar el desarrollo de una nueva realidad de plásticos sin desperdicios.

@pacotrevinoa

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