Francisco Treviño Aguirre 

La Reforma Energética de 2013 en México colocó a la industria energética en un nuevo supuesto, abriendo el país a la inversión privada, terminando así el monopolio de 75 años de Pemex. Con la producción de hidrocarburos en declive y la demanda de energía en aumento, esta reforma era necesaria para incluir la participación externa en la industria del petróleo y gas, y a su vez, impulsar la inversión y el crecimiento de la industria en su conjunto. Hoy, las empresas privadas reconocen la oportunidad de inversión en México, particularmente en el sector petrolero, donde anteriormente se invirtieron grandes recursos en exploraciones que han dejado a este sector en una situación difícil. Después de la importante bonanza que tuvo México con el petróleo a finales de los años 70s y durante los 80s, la producción de petróleo ha disminuido en los últimos 10 años debido a la falta de inversión en nuevas exploraciones.

Hoy por hoy, PEMEX enfrenta grandes rezagos, déficit presupuestario, deudas, no ha invertido para mantener la producción de petróleo, las refinerías son insuficientes e ineficientes. Tan solo en 2008, el petróleo generaba el 37% de los ingresos del Gobierno, para el 2015, esta participación se redujo al 20% como resultado en la caída de los precios internacionales del hidrocarburo, así como la disminución en la producción, aunque hay que reconocer los esfuerzos realizado por el Gobierno para diversificar las participaciones a través de impulsar otros sectores productivos. Debido a la falta de ingresos, principalmente por el tema de petróleo, el presupuesto federal de 2017 y 2018 se recortó de manera importante.  

Asimismo se prevé que el consumo del petróleo en nuestro país se incremente un 40% en los próximos 11 años, principalmente por la demanda del sector de transporte, donde este tendrá un crecimiento del 57%. Para lograr lo anterior, es necesario invertir en el mantenimiento y operación de las refinerías existentes, para incrementar su eficiencia y lograr satisfacer el mercado local. Como resultado de la demanda anterior, se tendrá que continuar importando de Estados Unidos. Lo que es importante señalar es que a partir de la apertura para la participación del sector privado, se planea que estas empresas inviertan en oleoductos y vías de comunicación para facilitar la transportación del hidrocarburo.

La situación puede parecer complicada, pero con la reforma de energía reciente, la inversión privada empieza a fluir hacia el país y hay esperanza de una renovación en la producción de petróleo para satisfacer el creciente consumo en la expansión de la economía mexicana. La producción mexicana de petróleo promedió 2.5 millones de barriles diarios hasta el 2016, una disminución significativa con respecto a la producción máxima de 3.8 millones de barriles diarios extraídos en 2004. Esto fue impulsado por la falta de inversión en exploración y producción así como el desarrollo y aplicación de nuevas tecnologías para apoyar los campos existentes, por tanto las exportaciones de petróleo crudo han disminuido un 30% desde 2004 para ubicarse en 1.2 millones de barriles diarios.

@pacotrevinoa

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