Francisco Treviño Aguirre

Según un análisis elaborado por la empresa McKinsey & Company, ésta ubica a México en el puesto 55 en cuanto a su madurez digital en un ranking de 151 países. En comparación con países con un desarrollo económico similar, México ha avanzado, pero el país todavía tiene que lograr el tipo de transformación digital de clase mundial que alimenta la productividad y el crecimiento económico. Los países que se han transformado adecuadamente, como Estonia y Malasia, tienen ingresos cercanos a México, pero superan su peso cuando se trata de la madurez digital. México está a mitad de camino. Sin embargo, tomar medidas para mejorar su posición digital global podría aumentar el PIB del país de un 7 a un 15 por ciento. (Aproximadamente $155-240 mil millones de dólares) para 2025. Tal aumento sería impulsado por una mayor productividad y empleo en las industrias existentes, nuevas empresas digitales, un sector ampliado de tecnología de la información y la comunicación así como la exitosa transición de la fuerza laboral al mundo digital. Para que los ciudadanos participen en los servicios de un estado digital, primero deben tener acceso a Internet, redes móviles y otra infraestructura segura de datos. En 2018, México tenía solo 14 de suscripciones de banda ancha de línea fija por cada 100 habitantes, según el ranking del Banco Mundial. La tasa de suscripción a la banda ancha móvil es más alta, con un 61 por ciento, pero aún esto todavía deja a una parte considerable de la población desconectada y, por lo tanto, gasta tiempo y dinero adicionales en llegar a centros físicos para acceder a los servicios gubernamentales. Si bien el gobierno digital de México ha avanzado mucho en los últimos años con la creación del portal gob.mx, el cual consolida 34 mil bases de datos de 250 instituciones gubernamentales y 5 mil 400 servicios públicos, aún hay mucho camino por recorrer. Esta plataforma se describe como la pieza central de los esfuerzos de digitalización de México, permitiendo a los ciudadanos un fácil acceso a importantes documentos legales como actas de nacimiento y la automatización de procesos internos, lo que hace que las tareas en estos lugares de trabajo, sean una herramienta que facilita las actividades para los empleados del gobierno y para los mismos usuarios. Una sociedad digital puede mejorar la calidad de vida de los ciudadanos fomentando una mayor participación cívica, brindando acceso a la información y ofreciendo nuevas herramientas para la salud y la educación, donde los ciudadanos pueden participar en encuestas y debates públicos, así como presentar posibles soluciones digitales a problemas sociales graves. México está en camino de lograr una calificación de madurez digital "buena" o "muy buena" (en este momento, el país es "aceptable"). Según McKinsey, Hay tres iniciativas básicas que el gobierno mexicano podrían ejecutar para acelerar la transición a los niveles superiores de digitalización: Primero, el gobierno mexicano debe definir una visión y estrategia digital. En segundo lugar, debe vincular esa visión con la formulación de políticas públicas y entrelazar los dos para aseguras que la digitalización actúe como una "palanca" para el éxito de las mismas. La tercera iniciativa sugerida tiene que ver con el poder para las personas. Las transformaciones digitales exitosas son aquellas que se centran en los ciudadanos, en lugar de las instituciones que los sirven y los gobiernan. Esto significa que la prestación de servicios es clave, y la centralización de los esfuerzos de digitalización, inicialmente, tal vez en forma de un consejo que supervisaría la transformación gubernamental, podría ayudar en gran medida a las agencias gubernamentales a conseguir lo que desean. A medida que México se transforma, también lo harían las formas en que las ideas se generan y se ponen en acción.

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