Salvador Hernández Vélez

El domingo pasado, 10 de septiembre, fue el día internacional de la prevención del suicidio y hace unos días el secretario de Salud de Coahuila, el doctor Roberto Bernal Gómez, nos convocó para que diferentes instituciones participáramos en un taller dirigido a los medios de comunicación, para generar una mejor información y preparación de todos nosotros sobre el tema del suicidio. Esto, sin duda, ayudará a una mejor coordinación, de manera que podamos unir esfuerzos y recursos para enfrentar este grave problema de salud pública.

Luis Miguel Sánchez Loyo, profesor de la Maestría en Psicoterapia del ITESO declaró, hace unos días, al periódico el Mirador en Zacatecas: “En un contexto en el que las tasas de suicidio a escalas nacional y estatal permanecen en paulatino pero constante aumento desde hace aproximadamente 35 años, es imperativo concebir al suicidio como un problema de salud pública y no sólo de salud mental”. Insistió en que las políticas públicas se deben enfocar en estrategias de prevención, en aspectos ambientales, socioculturales, individuales y familiares. Y remató: “Nos hace falta incidir en los factores de riesgo de manera más temprana y promover factores protectores, que en términos de salud mental sería el equivalente a comer frutas y verduras”. Algunos de estos factores protectores son tener buena higiene del sueño, hacer ejercicio, moderar el consumo de alcohol y evitar las drogas recreativas y mantener vínculos sociales sanos.

Sin duda el suicidio es un tema preocupante a nivel mundial, conocemos de las altas cifras de personas que mueren por esta causa que es prevenible, y si a ello sumamos el impacto que tiene en las familias, las amistades, la economía y la sociedad, podemos concluir que la afectación es mayúscula. En el año 2019, la Organización Mundial de la Salud reportó que ocurrieron 703 mil muertes mundiales por suicidio. A nivel nacional contamos con reportes más recientes, el INEGI en el año 2022 informó de la existencia de 8 mil 237 suicidios en México. Llama la atención el hecho de que se suicidaron más hombres (81.4%) que mujeres (18.6%) y en población joven, pues el 52 por ciento ocurre entre los 15 a 34 años, es decir, en una etapa de formación y de edad productiva y reproductiva.

Aunque la misma información que nos proporciona el INEGI en 2022, nos señala que la tasa de suicidio disminuyó, si comparamos los datos del 2021 con los del 2022, pero ese no fue el caso de Coahuila. De acuerdo con el INEGI, Coahuila ocupa el tercer lugar a nivel nacional en cuanto al porcentaje de muertes por suicidio. En Saltillo la situación es muy preocupante. Punto aparte es que la mayoría de quienes se reportaron contaban con empleo, pero a pesar de ello experimentaron dificultades emocionales intensas, agravadas por la presencia de la pandemia de COVID-19, que pudo actuar como el detonante que los obligó a tomar esta trágica decisión. Otros autores señalan que el uso desmedido de los smartphones y de las redes sociales, también contribuyen en los niveles de ansiedad y en el desequilibrio emocional.

Es por ello que el gobierno, la sociedad, las instituciones académicas y los medios de comunicación, deben colaborar y apoyar desde todos los frentes para disminuir la cantidad de personas que toman esta decisión, que se ha convertido en un problema de salud pública. Existen recursos como el elaborado por la Organización Mundial de la Salud y la Organización Panamericana de la Salud, para los profesionales de los medios de comunicación que fue actualizado en 2017, el cual presenta las evidencias científicas de las repercusiones que los comportamientos suicidas pueden tener en las personas, a partir de la forma en que se genera la información. Este documento establece las pautas para generar notas periodísticas responsables. De eso trató el taller que convocó la Secretaría de Salud.

En lo que corresponde a la Universidad Autónoma de Coahuila, desde hace poco más de un año se trabaja para identificar los factores de protección, las acciones de promoción de la salud, las estrategias para incrementar el bienestar emocional, psicológico y social de nuestros estudiantes y personal. Hoy, las instituciones educativas deben colaborar con la Secretaría de Salud para trabajar en la promoción de la salud integral de las personas y en la prevención del suicidio.