Salvador Hernández Vélez

El libro “Buscando el arte del buen vivir” es un esfuerzo colectivo y un ejemplo de la interacción entre la Universidad Autónoma de Coahuila, a través de la Facultad de Arquitectura, que mantiene de manera constante el contacto con la comunidad, donde sus docentes y alumnos acudan a conocer y a poner en práctica los conocimientos adquiridos en las aulas para así confrontarse con la realidad. Hay que ubicar que el entorno coahuilense está ubicado en el corazón del Desierto Chihuahuense, y aprender que para andar entre la vida del desierto hay que tener amor por la espina.

El libro nace a partir del proyecto “Arquitectura, arte y permacultura: la formación de conocimiento, habilidades y valores; recuperando saberes marginados que impulsen proyectos agroecológicos de comunidades rurales”, apoyado por Conacyt y la Universidad, a través de la Coordinación General de Difusión y Patrimonio Cultural y la Dirección de Investigación y Posgrado. Las actividades que se describen en el texto se llevaron a cabo en el “Rancho el Chuzo” y en el ejido Jalpa, en el municipio de General Cepeda, Coahuila. En el mismo participaron más de 100 estudiantes de diversas licenciaturas, docentes, campesinos, agricultores y activistas.

En el texto se presentan los resultados obtenidos al participar en cuatro talleres donde conocieron de los usos y costumbres de una comunidad, del uso de las hierbas del desierto con fines medicinales, de la cocina tradicional campesina, del duro trabajo que significa tallar lechuguilla y fabricar con la fibra que obtienen objetos que les permitan mejorar sus escasos ingresos. También hornearon un delicioso pan ranchero. Estas prácticas de cocina, contrastan con la comida rápida que cada día se posiciona más en la ciudad. En el taller de productividad asistieron a la elaboración de queso con “leche que sí es leche”, conocieron de la riqueza del maguey y sus productos y de su cultivo. Finalmente, experimentaron con la producción y construcción a base de adobe y de las técnicas centenarias de construcción y acondicionamiento de las viviendas, utilizando solamente tierra del lugar y materiales afines. Aunque el proceso de deterioro de lo que se construye con bloques de cemento, evidentemente es más rápido que las construcciones de adobe, sin embargo, sigue prevaleciendo la construcción con cemento sobre los procesos antiguos de construir con tierra.

En los testimonios de los alumnos de este proyecto, se plasmaron las vivencias que experimentaron en el “Rancho el Chuzo” y la filosofía de vida que ahí se respira y practica. Estas sensibilidades así descubiertas, las plasmaron en obras de arte hechas en madera, papel, fotografías, diseños digitales y muros. Descubrieron la enorme riqueza material e inmaterial del campo que se encuentra subvalorada. También se dieron cuenta que en el campo se le da más importancia al valor de uso, que al valor de cambio. Cuando en el área rural, por ejemplo, una herramienta, como un cuchillo, pierde su valor de uso, los campesinos, no lo tiran, lo transforman en otra herramienta, el trabajo impulsa así acciones de aprendizaje a partir de prácticas productivas.

Este proyecto colectivo, interdisciplinario e innovador, es muestra viva de la aplicación de nuevos conceptos y modelos para diversificar el proceso de enseñanza-aprendizaje, pues promueve un aprendizaje dual, por proyecto, y el cual se lleva a cabo fuera de las aulas para aprender directamente de las realidades de nuestro entorno. Esto es un proceso basado en el binomio trabajo-aprendizaje. Felicito a María Lucía Blanco Canales y a Cristina Guadalupe Contreras Treviño por haber coordinado los esfuerzos que concretaron este libro.

Cierro con la siguiente declaración, publicada en el periódico El País, el 26 de agosto de 2001. Christian Lacroix , diseñador de modas francés, icono de la alta costura, expresó a la revista de modas Vogue: “Es terrible decirlo, pero los atuendos más interesantes son los de los pobres”. A partir de esa perspectiva, considero que con el tiempo también se pondrá de moda, por los grandes nutriólogos, que las comidas más sanas son las de los habitantes de las áreas rurales, esto es, que el arte del buen vivir, no se desarrolla en las ciudades donde todo se vive con prisas, sino que voltearemos a aprender las buenas prácticas de vida en el campo.

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