Salvador Hernández Vélez

El Jardín Botánico del Desierto de Phoenix está cumpliendo 85 años. Nació primero como un proyecto de un grupo de ciudadanos, en los 30 del siglo pasado. Luego recibieron el apoyo de dos señoras que aportaron los recursos iniciales para concretar el proyecto. Abarca 20 hectáreas, se encuentra en el Parque Papago de esa ciudad de Estados Unidos de América. El estado de Arizona, cuya capital es la ciudad de Phoenix, está enclavado en el desierto sonorense.

Este desierto está entre dos países, y se subdivide en siete regiones: Valle del Bajo Colorado, Tierras Altas de Arizona, Llanura sonorense, Estribaciones de Sonora, Costa de Golfo Central, El Vizcaino y la Magdalena. Cubre grandes partes de los estados de Sonora y Baja California en México y de los estados de Arizona y California en Estados Unidos. Su extensión es de más de 300 mil kilómetros cuadrados. El doble que el estado de Coahuila, que tiene 151 mil kilómetros cuadrados. Entre su flora, lo más representativo es el cactus sahuaro que puede alcanzar hasta 15 metros de alto. En Phoenix, la precipitación pluvial, en promedio, anda en 240 milímetros de lluvia al año, en la Comarca Lagunera de Coahuila-Durango en México, perteneciente al Desierto Chihuahuense, la precipitación es en promedio de 190 milímetros. El desierto sonorense colinda con el mar de Cortez, lo que le permite un poco más de humedad por la brisa nocturna, a este desierto lo atraviesa el río Sonoyta, tiene una longitud de 311 kilómetros, desde Pima, Arizona, Estados Unidos hasta el Estero la Pinta, en Puerto Peñasco, Sonora, México.

El Jardín Botánico del Desierto de Phoenix alberga 50 mil plantas, con la más grande colección de agaváceas y cactáceas de todas partes del mundo, que exhibe en todo su esplendor la belleza escondida del desierto, más bien, la belleza, que aunque vivimos en un desierto, no la apreciamos. Este jardín nos muestra que el desierto no es solo tierra, arena, piedras, lugares desolados y plantas medio secas, sino que en él viven cactus, árboles, arbustos que florecen de manera majestuosa. En temporada baja reciben 30 mil visitantes por mes y en la alta han registrado hasta 200 mil. Sin duda es un jardín que contribuye también a la economía de la ciudad.

Además, la propia ciudad de Phoenix exhibe sus jardines con flora nativa, esto es, flora del desierto sonorense. En esa ciudad no está permitido, por mandato legal, plantar árboles y vegetación que no sea de su entorno. Hace unos veinte años, mi amigo el doctor Carlos Hernández Yáñez, lagunero, ejidatario y doctorado en cuestiones hidráulicas, especialista en el uso y conservación del agua, nos presentó un proyecto para aprovechar y hacer un mejor uso del agua en la ciudad de Torreón, Coahuila. Es una propuesta de xeriscape o xerojardinería, esto es jardines en regiones áridas donde la conservación del agua es urgente. Esta necesidad cada día está más presente en el norte de México, pues nos enfrentamos año con año a más situaciones de sequía. Y como le dijo su mamá a un amigo de Veracruz, radicado en Torreón, Coahuila, cuando iba a regar los árboles del jardín de su casa, en una tarde con temperatura de 40 grados centígrados: hijo, los árboles no se riegan. Tenía razón la mamá, en Veracruz los árboles los riega la naturaleza. Y en Torreón, regamos los árboles, porque no son nativos, y con el agua que cae del cielo no es suficiente. La propuesta del doctor Carlos también conlleva la prohibición legal de plantar en Torreón flora que no sea de la región, para que no tengamos que regar los árboles. Los mezquites, huizaches, alarones, mimbres, mezquites americanos, anacahuitas, magueyes, palmas y cactáceas, entre otras especies, sobreviven solo con el agua que la naturaleza provee.

Los jardines del desierto son los mejores lugares para escaparse de la cotidianeidad de las ciudades. Cada vez que visitas estos jardines siempre encontrarás algo que te maraville. En Viesca, Coahuila, con base en una iniciativa del Conacyt, la Universidad Autónoma de Coahuila está construyendo un Jardín Etnobiológico del Desierto, en 12 hectáreas, a la fecha ya se cuenta con 9 mil especies del desierto en los diferentes jardines que lo componen. Estos jardines invitan a disfrutar la belleza del desierto y a cuidar de ellos, así como proteger y preservar la naturaleza de nuestro entorno desértico.

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