Salvador Hernández Vélez

El lunes 25 de abril, una nueva tolvanera cubrió la zona metropolitana de la Laguna: Torreón y Matamoros, de Coahuila, Gómez Palacio y Lerdo, de Durango. Aunque también llenó de polvo los municipios de Francisco I. Madero, San Pedro de las Colonias y Viesca de Coahuila y Tlahualilo, municipio del estado de Durango. El millón y medio de habitantes de esta región se polveó. En la Laguna se dice que una tolvanera es una “lluvia lagunera”, que oscurece la región en pleno día.

En las ciudades laguneras, además de que las casas y las calles se llenan de polvo, en las vialidades urbanas y las carreteras interestatales la visibilidad en una tolvanera se dificulta mucho, a corta distancia no se alcanza a ver. El tráfico aéreo también se suspende. Hay veces que te tienes que detener en las carreteras para evitar chocar. En una ocasión, ya hace más de diez años, al regreso de Torreón, varias personas de la Universidad tuvieron un percance automovilístico, algunos carros tuvieron un leve alcance, se bajaron de la carretera para resguardarse mientras pasaba la tolvanera, además esperaron a que el nivel de la visibilidad fuera el adecuado para proseguir el viaje hacia Saltillo. La incertidumbre en esos momentos debió haber sido muy angustiante. Sólo ves tierra.

La tolvanera del 24 de junio de 2020 alcanzó fuertes vientos de más de 50 kilómetros por hora y la del 22 de marzo de este año, que también ocurrió por la tarde en toda la Laguna, tumbó algunos árboles, dañó lonas de espectaculares, las desprendió de su estructura y también hubo fallas en el sistema de semaforización en Torreón, Gómez Palacio y Lerdo. Las ráfagas de viento alcanzaron de los 30 a 54 kilómetros por hora en promedio. Luego de una tolvanera, baja la temperatura y llueve generalmente. El vendaval del 22 de marzo lo generó el Frente Frío número 44, y está considerada como la primera tolvanera del 2022, la Conagua anunció para esos días más tolvaneras. Y Protección Civil recomendó no salir de las casas, cerrar ventanas y evitar andar en vehículos en esos momentos. Lo fuerte de las tolvaneras dura unas dos horas.

Las tolvaneras en la Comarca Lagunera ya son, en cierto sentido, un elemento de identidad. Esto es porque esta zona se encuentra inmersa en el pleno desierto chihuahuense. Y desde que casi no llega agua del río Nazas a la laguna de Mayrán, en la actualidad esta inmensa extensión, hoy está totalmente seca y a disposición de los vientos para generar tolvaneras, y cada vez más frecuentes, que se presentan como grandes “olas” de polvo que oscurecen toda la región.

Hace 35 años, era 12 de junio, estábamos cocinando una carne asada, en Torreón, con un grupo de profesores de matemáticas y de física. Ese día nos acompañaba un físico matemático del Centro de Investigación y Estudios Avanzados (Cinvestav), cuando se empezó a sentir la tolvanera. El doctor en física nos preguntó qué pasaba, porque empezamos a levantar todo y procedíamos a entrar a la casa, y cerrar ventanas y puertas. Le dijimos que empezaría a llegar la tierra. Se empezó a oscurecer. Nos pidió si la podía observar. No muy convencidos, nosotros los laguneros, lo trasladamos a una terraza de la casa, en un segundo piso, y estaba maravillado del fenómeno, no creía lo que estaba observando y sintiendo, y creo que, a diferencia de nosotros, ¡disfrutando! Nosotros la sufríamos. El maestro investigador, se complacía de la manera como avanzaba la “ola” de polvo, la altura que alcanzaba, la velocidad que llevaba y la fuerza del viento, ese día fue de 80 kilómetros por hora. Estuvimos en el techo todos llenos de polvo acompañando a nuestro profesor. Nos dijo que ese fenómeno climático sólo lo había leído, pero que vivirlo en toda su intensidad era algo impresionante. Nosotros lo que queríamos era resguardarnos del “tierregal”, como se dice en la Laguna. La intensa tolvanera de 1985 dejó diversos daños, entre ellos, postes telefónicos partidos a la mitad, espectaculares desprendidos, árboles caídos, choques y techos de lámina desprendidos por la fuerza del viento. Un techo que llamó la atención fue el que cayó sobre varias viviendas de un sector.

Sin duda, en la Laguna sus habitantes han tenido que adaptarse al desierto, para vivir en un clima hostil, que obliga a hacer frente a la escasez de lluvia, la insolación, las altas temperaturas y los violentos vientos con tierra.

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