Salvador Hernández Vélez

Ante el cambio climático, solo queda un camino: reconocer los cambios tan drásticos que se están dando en la naturaleza, como lo son el bajo nivel de precipitación pluvial, las sequías y el incremento de las temperaturas, para convencernos que sobre todo hay que respetar a la naturaleza. No hay que invadirla. Por andarla asaltando surgen problemas como la pandemia actual. Por la necesidad de viviendas poblamos el hábitat de los microorganismos, de los reptiles, e incluso de las aves y de la fauna nativa en general, y un ejemplo de hoy, es el coronavirus que estamos enfrentando.

Aquí en Saltillo, y también en Torreón, tengo amigas y amigos que se quejan porque las arañas, los alacranes, las víboras, las lagartijas, los conejos, los ratones del monte y todo tipo de “bichos” les “invaden sus casas”. Pero les he preguntado: ¿no fueron ustedes los primeros en invadir? Y les digo, los animales del monte ya estaban ahí, a la hora de ustedes comprar su casa. Ese era su territorio. Y por el crecimiento poblacional los hemos obligado a emigrar, pero ellos se resisten, no tienen a donde ir. Incluso algunas de mis amigas todavía llegan con sus perros y gatos. Por lo que también estos animales domésticos, están invadiendo territorios que ya estaban ocupados por otros animales.

Otro problema que estamos padeciendo por el poco respeto a la naturaleza y porque creemos que es eterna, es la falta de agua potable en la ciudades. Cada día contamos con menos agua disponible para beber. Hace unos días la Gerencia de Aguas superficiales e Ingeniería de Ríos de la Comisión Nacional del Agua, dio a conocer que dos terceras partes del territorio nacional tienen condiciones anormalmente secas, pues existe una sequía de moderada a severa. Y agregó que en el noreste mexicano las presas tienen baja captación de agua, son las que más padecen la sequía. Esta parte del país, es de las más semidesérticas. Tal vez por eso Carlos Manuel Valdés Dávila, historiador de la Universidad Autónoma de Coahuila, dice que los hombres del noreste son “los hombres del mezquite”. La presa Falcón de Tamaulipas está al 6.23 %. Las presas de Nuevo León cuentan con muy poca agua. Las cercanas a Monterrey, la Cerro Prieto tiene el 8.3%; la Boca y la del Cuchillo están ya casi secas. Esto es muy grave para la zona metropolitana de Monterrey que alberga más de 5 millones de habitantes. Su abasto de agua potable depende 60 por ciento de las presas Cerro Prieto, La Boca y El Cuchillo y el otro 40 por ciento, 31 por ciento es del sistema de pozos y 9 por ciento de túneles y manantiales. Algunas de estas presas de Nuevo León se alimentan de lo que llueve en las serranías de Saltillo.

Y las presas de Coahuila, la Don Martín y la Amistad también tienen niveles bajos de almacenamiento de agua. La presa binacional la Amistad, que está sobre el borde del río Bravo y ocupa parte del territorio de Coahuila, en México y del estado de Texas en Estados Unidos de América, tampoco esta llena. Se localiza a 20 kms. aguas arriba, de las ciudades de Acuña, Coahuila y Del Río, Texas. Esta obra hidráulica se construyó para asegurar el control de avenidas y el almacenamiento para uso municipal, riego, generación de energía eléctrica y recreación. Cabe decir que las presas no son la única fuente de abastecimiento de agua potable para la población, pero sí representan una fuente relevante, por ello el bajo nivel de llenado es preocupante, porque al final de cuentas son riesgos para el abasto oportuno del agua potable.

Hoy estamos sufriendo el desabasto de agua en esta región de los hombres del mezquite. Y sin agua no hay vida. Por eso hay que cuidarla, ya que cada vez batallamos más para tener agua. Debemos ser conscientes que el agua no es eterna. Sino la cuidamos vamos a pagar muy caro el descuido.

Manuel Lastra, cronista de Viesca, nos recuerda que esta población sufrió un gran ecocidio hídrico al retener en presas, río arriba, el agua que desembocaba en la laguna de Viesca. Desde 1972 no le ha llegado agua del Aguanaval. Luego en 1958 dejo de brotar el agua en los manantiales. También nos dice que antes había épocas de lluvia, y que en tiempo de frío caía agua nieve, la gente decía que “candelillaba”. Pero que ya hace 40 años que no “candelillea”. Eso se acabó. ¿Qué debemos hacer para no caer en estas situaciones?

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