Salvador Hernández Vélez
 

El día 1 de enero de este año 2019 me trasladé temprano de Torreón a Saltillo. El alcalde Manolo me había invitado para acompañarlo en su toma de protesta para un segundo periodo ahora de tres años, el que terminó fue de un año. En el camino leí parte de la prensa de Saltillo y lo que más me impactó fue la noticia de que en la capital de Coahuila, el año que acaba de empezar arrancó con el primer suicidio. Sólo el primer día y ya un joven se quitó la vida. La pregunta que planteaba la nota, ¿por qué se suicidan tantos jóvenes? ¿Cuántos más tomarán este camino? Según publicó el periódico Vanguardia el 7 de noviembre de 2018 se registró en la Región Sureste el suicidio número 81, ¿cuáles son las causas para tomar estas decisiones? Sin duda son muchas y complejas. Pero esta noticia me remitió a las diferentes problemáticas que se plantean en algunos libros que leí hace unos meses.

En el libro “El Dispositivo de la Persona”, de Roberto Esposito (Amorrortu Editores. Argentina, 2011, 90 páginas), nos alerta que el léxico moderno ya no tiene capacidad para interpretar los nuevos nudos que el decadente mundo globalizado enfrenta. Por lo que se requiere construir nuevos espacios de pensamiento y reflexión. Creo que el nudo de los suicidios también exige un léxico diferente para lograr una interpretación acorde con dicho problema.

En “Biografía del Silencio”, Pablo d’Ors (Ediciones Siruela, primera edición mexicana, julio de 2016) nos presenta en su libro sus reflexiones sobre la meditación desde otra perspectiva. Por aquello de que hay que hacer altos en el camino meditando para afianzar la autoestima, pues vivimos un mundo que de tan comunicado no paramos, y esto también puede ser causa para el suicidio. El autor d’Ors nos dice: “La meditación nos concentra, nos devuelve a casa, nos enseña a convivir con nuestro ser, agrieta la estructura de nuestra personalidad hasta que, de tanto meditar, la grieta se ensancha y la vieja personalidad se rompe y, como una flor, comienza a nacer una nueva”.

Nos invita a hacer un lado lo quimérico y a quedarnos con la realidad porque es liberador. La realidad es injusta, tal vez, pero nunca defrauda, en cambio los sueños sí lo hacen. La meditación se califica no por cómo nos sintamos en ella, sino por los logros que alcancemos. Debemos enfrentar las cosas, no eludirlas. Este es un libro que rompe con la concepción que perdura sobre la meditación. “La meditación no tiene para mí nada que ver con un hipotético estado de placidez, como hay tantos que la entienden. Más bien se trata de un dejarse trabajar por el dolor, de un lidiar pacíficamente con él. La meditación es una escuela de apertura a la realidad”. Se trata de tomar las cosas como son, no como queremos que sean. Por eso hay que descubrir mediante la meditación el verdadero problema y enfrentarlo.

En el libro “La Agonía del Eros”, de Byung-Chul Han (Herder Editorial, S.L., 2014), el autor plantea que la sociedad neoliberal es la sociedad de la depresión y el cansancio, integrada por sujetos aislados, donde está eliminada la alteridad. El sujeto de la sociedad globalizada es un sujeto depresivo del rendimiento que le impone el rol de la sociedad neoliberal. Esta sociedad está dominada por la obsesión del poder, de tal manera que creen que ellos dominan sus vidas y lo que realmente sucede es que se autoexplotan hasta alcanzar la depresión y el agotamiento. En palabras de Byung-Chul: “El régimen neoliberal esconde su estructura coactiva tras la aparente libertad del individuo, que ya no se asume como sujeto sometido (subject to), sino como desarrollo de un proyecto”. Y bajo esa situación no tiene a quién echarle la culpa de su fracaso. Y sólo le queda asumir su propio fracaso, y de ahí la depresión y el agotamiento. En este contexto el Eros agoniza. Porque ya no es herida y pasión, sólo emoción y excitación sin consecuencias.

Todas estas situaciones tratadas abonan a la depresión y las estadísticas muestran que van en aumento las visitas a los consultorios de psicólogos y psiquiatras. En un mundo ferozmente competitivo, la incertidumbre en el empleo es cada vez mayor y a ello se suma que hoy es casi una obligación estar en Facebook o en Twitter, sino algo debe de andar mal en ti. El estrés se volvió una necesidad para alcanzar el éxito. Por eso hay que apostarle a un mundo más humano. Y ya no otro más.

 

@SalvadorHV

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