Salvador Hernández Vélez

Coahuila de Zaragoza está ubicado en el noreste de México. Cuenta con el conglomerado geológico conocido como la Sierra de Jimulco, es un conjunto de montañas que nacen desde la de Mapimí hasta la de Punto de Carmona, esto termina en la comunidad 5 de mayo del estado de Coahuila; con una longitud aproximada de 195 kilómetros y una superficie cercana a las 340 mil hectáreas.

La Comarca Lagunera (de altura media sobre el nivel del mar de mil 274), donde se encuentra Jimulco, es una región ubicada en el centro-norte de México, está conformada por parte de los Estados de Coahuila y Durango y debe su nombre a los cuerpos de agua que se formaban alimentados por los ríos Nazas y Aguanaval, hasta antes de la construcción de las presas Lázaro Cárdenas y Francisco Zarco, en el rio Nazas, y la presa Casaderos y Los Naranjos en el Aguanaval.

La Sierra y el Cañón de Jimulco abarcan un poco más de 60 mil hectáreas, se encuentra a una distancia de 40 kilómetros de Torreón. Cuenta con tres ecosistemas: bosque galería, vegetación xerófila y bosque pino encino. La historia de la región de Jimulco está ligada a las haciendas. La de Santa Ana de los Hornos, fundada en la primera mitad del Siglo 17, y la de Jimulco construida por misioneros jesuitas. Del punto más alto, el Picacho de Jimulco, se logra apreciar los municipios de la Comarca Lagunera.

En el libro “Jimulco y sus Alrededores”, de mi autoría, comparto un conjunto de reseñas alrededor de la Sierra de Jimulco, que escribí producto de los diferentes recorridos que he hecho desde niño por esta región que admiro y transito cada vez que tengo oportunidad. Soy realmente un habitante del desierto. Nunca ha dejado de sorprenderme el encontrarme con un bosque de palmas chinas, un conjunto de lechuguillas, una manifestación de ocotillos festejando su floración de color anaranjada, una floresta de chaparros prietos presumiendo sus hermosas flores, que en conjunto exhiben una especie de manta blanca en movimiento de ondulaciones fractálicas.

También me maravilla toparme con una frondosidad de plantas de candelilla, y si están en floración el espectáculo es maravilloso, o una espesura de magueyes con sus manillas amarillas, invadidas por abejas, recolectando su miel, que producen una sensación de hechizo.

Las estructuras de los nidos y los sitios donde las construyen las aves provocan una situación de embelesamiento, ya sea sobre ramas de cardenche, de una palma o en la parte más alta de un chaparro prieto o en unas pencas de nopal, en las ramas de un huajillo o de un granjeno, y aunque aparentan que se van a quebrar por el movimiento del viento, no sucede, tienen una gran flexibilidad. Todos estos espectáculos son maravillosos, producen un gran embobamiento.

Otras escenas cautivadoras son cuando en un camino, en el que no te imaginas lo que te vas a encontrar, aprecias frente a ti el vuelo de una parvada de codornices, de aguilillas, de gavilanes, de petirrojos, de mariposas, de avispas o aún más desconcertante observar la trayectoria en el aire de un enjambre de abejas. Te quedas impávido y temeroso, si puedes ni respiras y tratas de no hacer el más mínimo movimiento.

En las caminatas sobre ese conglomerado que es la Sierra de Jimulco, al ir trajinando en una vereda de burros hecha hace muchos años, ya sea para los candelilleros, los talladores de ixtle de lechuguilla, los recolectores de guayule o los gambusinos y te encuentras una guarida de leoncillos americanos, te invade una sensación de incertidumbre y temor. O bien te topas con una víbora de cascabel, te deslizas con cuidado y mucha precaución.

Por otra parte no deja uno de fascinarse cuando te encuentras con un cañón de paredes muy altas y casi paralelas, con vegetación que sale de las hendiduras de las piedras y parece que brotaron de las mismas piedras, en un verdadero acto de sobrevivencia, a la vez que de aturdimiento. Es también impactante encontrarse tinajas naturales en las rocas llenas de agua en esos lugares desérticos.

Los manantiales en diferentes puntos de ese conglomerado rocoso, del cual es parte la Sierra de Jimulco, son verdaderas obras de la naturaleza. Con un agua cristalina asombrosa. Que te invita al instante a saborearla, a calmar la sed y a disfrutarla, sin duda que es de un sabor muy diferente al del agua potable, o al agua embotellada. Por todo ello los invito a conocer esta sierra.

@SalvadorHV

Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.