Salvador Hernández Vélez

A continuación les compartiré algunos de los comentarios que recibí en relación a los dos artículos anteriores sobre mi abuela materna, doña María Adriano, y el coronavirus.

El doctor Nagamani Balagurusamy Gomathi, profesor investigador de la Escuela de Ciencias Biológicas de la UAdeC me expresó: “Muchas gracias por la historia de su abuela. Creo que las generaciones de siglo 19 y hasta (las décadas de los) 60-70 de siglo 20 fueron fuertes en mente y enfrentaron muchos retos, aunque sufrieron por falta de nutrición adecuada. Al contrario, a la mayoría de la presente generación le falta poder mental y se sienten deprimidos muy a menudo. La historia de su abuela que nos compartió, da esperanza de que hay salidas cuando seguimos la vida luchando con esperanza y no con sentimientos deprimidos”.

El doctor en Planificación por la Universidad de Manchester, Fernando Miguel Ruiz, jubilado de la UAdeC, me compartió esta anécdota que les departía su abuela: “Contaba mi abuela que cuando vivía en Escobedo o Abasolo, Coahuila, hubo un caso de un muchacho que fue mordido por un perro que le trasmitió la rabia. A falta de médicos, la gente decidió encerrarlo en un granero para que allí muriera. Sin embargo, al paso de varios días oyeron que les gritaba del granero: sáquenme de aquí, ya estoy bien. La gente lo sacó y le preguntaron qué cosa había pasado. Según contó, cuando se desquició, comió sin ton ni son, ristras completas de ajo que estaban tejidas en el granero y después de unos días se puso bien. No cuento esto a los “estudiados” y menos a los estudiosos, pero conociendo a mi abuela quien nos crió al enviudar mamá y que tuvo que trabajar, yo creo en esto”. De estas experiencias, de para qué son buenos los ajos, las he escuchado desde niño. Mi mamá le tenía mucha fe a los ajos. Mi abuela materna en Viesca bromeaba: “la cebolla vendimos, y el ajo dimos, la jodimos”. Hoy en Viesca ya la gente no siembra ajos en sus huertos familiares, se secó la noria que surtía el agua para riego de sus pequeñas parcelas.

El maestro Javier Loza también me participó el siguiente pensamiento: “La sabiduría y consejos de las personas de antes son una herencia invaluable que hacen que en estos tiempos, todavía sigan salvando la vida de manera natural, muchísimas personas que saben seguir sus privilegiados consejos”. La profesora Flor Rentería se refirió a estas admirables mujeres con las siguientes palabras: “De buena madera” disciplinadas en el comer, fuertes en su “inteligencia emocional” o como decía mi mamá “curtidas con el tiempo”.

Por su parte, Jana Petrzelova Mazacova, de la Facultad de Psicología de la UAdeC, me envió lo siguiente: “Mis abuelas también creían mucho en la cebolla y ajo, son antibióticos naturales, creo mucho en el ajo, tengo fermentados en frascos y trato de comer diario uno, el cónsul de mi país me dijo que debo tomar diario té caliente de jengibre, fresco, lo corto finamente, lo hago en agua caliente y limón”.

Paty Cepeda me participó la siguiente nota: José Alejandro Almaguer, director de Medicina Tradicional y Desarrollo Intercultural de la Secretaría de Salud, comentó que es importante tener una buena alimentación. Señaló que, dado el confinamiento por la pandemia de COVID-19, la población –incluidos los niños– está más expuesta a mensajes de televisión que en muchos casos promueven la comida chatarra con altos contenidos de azúcar, grasas y sales. Planteó la propuesta de que la gente consuma lo que denominó “los cuatro fantásticos”: maíz, frijol, chile y calabaza, alimentos que en las comunidades rurales e indígenas particularmente son muy comunes y de más fácil acceso. Dijo que sería muy positivo que las poblaciones urbanas y suburbanas, y no sólo las rurales, busquen alimentarse con estos cuatro productos. Añadió que la obesidad en México pasó de afectar a 71 por ciento de la población mayor a 20 años de edad en 2012 al 75 por ciento en 2018, por ello es importante plantearnos en el País un cambio en la dieta, con disminución de alimentos ricos en grasa, azúcar y sal. Indicó que algunas universidades de diversos países realizan investigaciones sobre el conocimiento tradicional de los pueblos indígenas, lo cual es muy valioso. Por ejemplo, en Israel estudiaron mil plantas medicinales particularmente indicadas para contrarrestar la diabetes, y los resultados fueron extraordinarios.

@SalvadorHV

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