Salvador Hernández Vélez

Desde el movimiento del 68 a la fecha han transcurrido 50 años. Ya pasaron ocho sexenios. Hemos transitado por el populismo, la abundancia petrolera, el inicio y consolidación de la era neoliberal y la globalización. En esta última, en nuestro País hemos tenido seis sexenios de corte neoliberal. Tres del PRI, seguido de dos del PAN y finalmente uno del PRI. En este medio siglo, nuestra nación ha intentado soluciones probadas en otros países para transformarse en un país moderno. Y a la fecha no lo hemos logrado. De las diferentes fórmulas implementadas, la constante por unos y otros han sido las reformas estructurales y el Tratado de Libre Comercio (TLC) de América del Norte. Hoy estamos concluyendo una nueva negociación para iniciar una nueva etapa del TLC.

El nuevo gobierno, por sus posturas y por los agentes políticos que dirigen las cámaras legislativas y los nombramientos de quiénes ocuparán las carteras del ejecutivo, no se ubica en la posición neoliberal de los últimos seis sexenios, sin embargo de todas las cosas que anuncian que se van a sacudir, hasta ahora han festejado el anuncio de que seguirá el TLC. Es decir, podemos prever que viene una mezcolanza de populismo con neoliberalismo ¿Esta fórmula por fin nos conducirá a ser un País próspero? El tiempo lo dirá.

Sin embargo, si las expectativas generadas por el nuevo gobierno, en las personas más desprotegidas y en las clases medias con grandes esperanzas, no se cumplen, en ¿qué nivel se ubicará el descontento social y el desencanto de la sociedad? Los ciudadanos creyeron que la alternancia iba cambiar el País, no fue así, se decepcionaron de Fox, pues no cumplió con lo que prometió en campaña ¿No quiso o no pudo? Se impuso Martita con el “toallagate” y las consecuencias de su incapacidad gobernante o la realidad globalizadora y neoliberal le ganó. Calderón, al ganar de una manera muy cuestionada, no pudo remontar la cuesta ni le atinó a dar los golpes de timón que lo legitimaran, y posibilitó el regreso del PRI a Los Pinos. Declaró la guerra contra el crimen organizado que todavía estamos padeciendo.

El gobierno de Peña Nieto frente a la sociedad se sepultó en la Casa Blanca y en Ayotzinapa. Las maniobras del Pacto por México, las nuevas Reformas Estructurales y el encarcelamiento de la profesora Elba Esther no dieron para que los ciudadanos mexicanos lo calificaran de mejor manera. Y así llegó al día de la elección, el pasado 1 de julio. El PAN profundizó la descomposición social mientras el tricolor no resolvió la crisis de derechos humanos provocada en los dos sexenios panistas, la agravó; por eso un problema provocado, como el de Ayotzinapa, en un estado y municipio perredista, los ciudadanos se lo cobraron a Peña.

Hoy la Cámara de Diputados la gobierna Porfirio Muñoz Ledo. Expriista. Ex del Frente Cardenista. Que junto con Cuauhtémoc Cárdenas fue los primeros priistas en confrontar a los neoliberales que se apoderaron del PRI, porque fueron desplazados por los tecnócratas. Muñoz Ledo hoy comanda a las huestes de Morena. La izquierda dirigida por expriistas. Dice un amigo que las trayectorias ideológicas te marcan y te determinan en tu quehacer, ¿será que Porfirio ya rompió con sus prácticas priistas?, ¿ya las dejó atrás? No lo sabemos.

La Presidencia de la República también la ganó un expriista. Andrés Manuel López Obrador, presidente electo de México, tiene ante sí, el reto de construir un nuevo México. Las expectativas son muy altas. Los ciudadanos esperan mucho de él. Hubo muchas promesas. Hoy cargamos en la percepción ciudadana que Fox, Calderón y Peña no estuvieron a la altura de las expectativas generadas como candidatos. Ya en la presidencia fue otra cosa. El arranque de este sexenio está lleno de esperanzas. Los ciudadanos todavía confían en que el presidente electo y su equipo triunfarán. Peña, desde antes de que asuma el poder Andrés Manuel, ya se está haciendo a un lado. El protagonismo de AMLO es inédito. La transición imperante es sin duda de nuevo tipo. Las últimas elecciones en México y en diferentes países del mundo dejan en claro que es más fácil ganar el gobierno en las elecciones en este siglo, que gobernar. Hoy más que nunca radicalizar la democracia y revivir el Estado paternalista no parece que sea el camino para resolver los problemas nacionales. Las añoranzas no parecen ser la solución.

 

@SalvadorHV

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