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Caos

Verónica González Serna

¡Ay, pero qué lindo es ver la nieve caer, las calles pintándose de blanco y la gente alborotada por salir sin importar las congelantes temperaturas en la oscuridad de la noche!, todos felices ésa madrugada en Texas, lugar donde rara vez cae nieve o baja a tal grado la temperatura que congela todo a su alrededor, en medio del alboroto gozando y posando para el recuerdo pues quién sabe cuándo se volvería a dar la oportunidad de ver nevar otra vez,  en ésas circunstancias no me imaginaba al grado que llegaron las consecuencias de ésta terrible tormenta invernal, a la vez también pensaba que era algo pasajero, que quizás por estar en un país de primer mundo las cosas iban a salir bien en pocas horas pero me equivoqué, van tres días y las cosas no mejoran en Texas, al contrario,  pese al trabajo arduo de quienes tratan de sacar a flote a la población, se han ido arreglando los sistemas de energía y agua aunque aún no es nada suficiente pues la población está demasiado afectada, no se diga asustada, desesperada y demás adjetivos calificativos que pudieran describir la gran sacudida que nuevamente nos da la vida en una de sus más crueles expresiones.

 Tres días con temperaturas de hasta 5° F / -15° C y sin servicio de energía eléctrica (tomando en cuenta que la mayoría de los aparatos electrodomésticos son de electricidad incluyendo el aire acondicionado) la verdad está trayendo a la población un caos indescriptible que ni la misma pandemia del COVID 19 produjo.

Hay tanta gente desprotegida, vulnerable a los efectos de ésta tormenta invernal en un estado donde a pesar de lo extremo del clima en bases normales, saben cómo sobrevivir a ello, pero en situaciones excepcionales como la que estamos viviendo ahora, la vulnerabilidad se convierte en caos social, afecta desgraciadamente al mismo tipo de gente que en éstos casos es la más perjudicada, los adultos mayores, niños, personas con enfermedades preexistentes, hospitalizados, indigentes, etc.

¿Qué está pasando en el mundo? es la pregunta que todos nos hacemos de un tiempo a la fecha, ¿Qué tan grandes deben ser las señales que el universo envía para que nosotros, sus habitantes podamos de una vez por todas tomar conciencia y cuidar nuestro planeta? Porque de una y mil maneras hemos hecho tanto daño por generaciones a nuestra naturaleza que si bien era pura ya la llenamos de cochambre, basura, residuos, venenos, químicos, aerosoles, productos tóxicos, gases, y la lista es larguísima, nos dejamos llevar por el placer de usar y no por el bienestar ambiental y ahora es el turno de ella, la Tierra está pidiendo a gritos ayuda, no le escuchamos, lo pide muchas veces más y nos hacemos los sordos, hasta que, como todo, no le queda más que poner un alto rotundo y darnos una lección con el fin de hacernos comprender la importancia de un gran y urgente cambio de vida en bienestar de absolutamente todos y todo lo que habita el planeta.

El enojo del planeta hacia nosotros, sus pobladores, se refleja de diferentes maneras en diferentes lugares, ahora tocó entre otras localidades al estado de Texas,  que presenta un cuadro terriblemente caótico para un territorio que no está preparado ni mucho menos acostumbrado a lidiar con un clima tan extremo, de manera que los resultados de la llegada de ésta catastrófica tormenta invernal fueron devastadores, luego de lo que se está viviendo al ser uno de los estados más afectados por el alto índice de contagios de COVID 19, la gente ocupada en mantenerse aislada y a salvo no se percató de la dimensión del suceso meteorológico invernal más fuerte que ha tenido desde hace décadas, por lo que ahora se vive una escasez de productos básicos mayor a gran escala que la de hace unos meses en lo más crítico de la pandemia. Tristemente la desesperación conlleva a las tragedias, se ha elevado el número de accidentes y las personas no dejan de salir de sus casas pues tienen la necesidad de proveer a sus familias de lo básico para sobrevivir a climas y condiciones extremas de vida. En dicho trayecto te topas con una ciudad fantasma, en silencio, caminos oscuros, calles cerradas, sin energía eléctrica por ningún lado, solamente se siente una helada y angustiosa soledad, la brisa se percibe cada vez más gélida y te lastima la cara cual navaja afilada, y ése frío que corre por el cuerpo y que involuntariamente no te deja parar de temblar, el temblor ya no sabes si es porque tu cuerpo está bajo de temperatura o es el terror de ver cómo de un día a otro todo puede dar un giro en nuestra vida sin avisar.

@veroglzserna

Sin venenos, renovados desde adentro

Verónica González Serna

Nos encontramos inmersos en una situación innegociable, impostergable, inevitable, la cual no pedimos a voz abierta y sin embargo trabajamos duro e incansablemente día a día, respiro a respiro por ella, lo peor de todo es que sin darnos cuenta nos vimos forzados a hacer un ALTO obligatorio a todo aquello que rutinaria, voluntaria o involuntariamente, era nuestro modus vivendi, creímos que eso que llamábamos vida realmente lo era; creímos que nos conocíamos entre nosotros mismos y cuál fue la sorpresa al empezar a conocernos desde el fondo de nuestra alma, desde el fondo de nuestra propia casa, desde el fondo de nuestro propio corazón, quizás sin querer hacerlo se hizo, quizás siempre quisimos hacerlo y no se había podido hacer, pero aquí vamos, cada vez más humanos, cada vez más adentrados en lo poco, en lo bello, en lo necesario para vivir, tan pequeño como un espacio donde poder conocer a quienes están a tu alrededor, así desnudos del alma, sin tapujos en el corazón, donde las personalidades y los sentimientos afloran y por primera vez sabes lo que eres capaz de hacer, sentir y de hacer sentir. Sabes que el aislamiento social no es tan malo ni es tan bueno simplemente es necesario, siempre es bueno salir e inhalar profundo para seguir en el camino, esta vez fue al revés, la población del mundo se tuvo que guardar para que, al fin, nuestro planeta pudiera salir, tomar aire y regenerarse, restaurarse y poder estrenar nueva piel para que nosotros, los destinados a habitarlo, podamos tener la visión fresca del cómo, del por qué, para qué y para quién es que debemos cambiar.

En estos días o meses que llevamos aislados de la multitud, hemos aprendido a vivir diferente, nos guste o no, lo estamos haciendo la gran mayoría, y nos hemos dado cuenta de lo que nunca nos imaginamos que seríamos capaces de hacer, comer por necesidad y no por gula, hablar y convivir con la gente que siempre estuvo cerca físicamente pero lejos emocionalmente. Le has tomado el verdadero valor al dinero y al esfuerzo por ganarlo, sabes que con la salud no se debe escatimar cuidados, has aprendido a valorar tu cuerpo, a que con ingenio y un toque de locura, puedes ser feliz, así de simple, así de grandioso es ver que lo que no tenía valor ahora es oro puro y que, realmente no es lo ostentoso lo que te garantiza una mejor calidad de vida, sino lo esencial, y con lo esencial se pueden hacer maravillas inimaginables. Todo eso no lo sabíamos, no creímos que tan fácil fuera ser felices.

Qué buena sacudida nos han dado, ya definitivamente el mundo será distinto, pues los seres humanos nos habremos renovado desde el interior del alma, del sentir y del saber y, por lo tanto, lo que se aprendió si lo llevamos a cabo, definitivamente vamos a transformarnos, así, en equipo con todos los habitantes del planeta.

Porque es un hecho innegable que nuestra madre Tierra en su desesperación nos quitó los venenos de un lado, de encima y de adentro porque era urgente un lavado interior y exterior para que ella, sabia y amorosa, pueda continuar dando vida por muchas generaciones más.

Es un hecho que vivimos en un mundo putrefacto, rodeados de gente con ideas y sentimientos con cierto grado de putrefacción contagiosa que es, en un descuido, igual o peor que el virus que nos acecha en la actualidad… pero, ¿qué estábamos haciendo antes de la entrada de dicho virus a nuestro mundo? Contagiándonos, voluntaria o involuntariamente se nos adhería la rutina, los malos pensamientos, las acciones tomadas en base a las malas decisiones y, sin darnos cuenta y en nuestro delirio por salir de la monotonía y querer sobresalir para auto nombrarnos triunfadores en algo, era que nos envolvíamos en esa podrida vida que nuestra voluntad había tomado, pero no me refiero a todos, ni me refiero a que todo en la vida estaba podrido, no, por supuesto que no, unas cosas quizás más contaminadas que otras, y de repente por más que no quisiéramos contagiarnos, aparecían factores que nos impedían seguir limpios e inmunes, que nos salpicaban su enfermedad, y si no eras lo suficientemente fuerte podías caer, a eso me refiero al generalizar, nunca hay en la vida nada tan malo que te fuerce a tomarlo ni tan bueno que te obligue a seguirlo. La decisión al final es tuya, pero ahora que nuestro planeta se está renovando, es buen tiempo para hacer un estudio profundo personal y verificar qué tanto necesitamos renovar internamente, qué tanto debemos renovar moral, espiritual y sentimentalmente en nosotros para que se transmita a nuestros allegados y cambiemos el entorno por uno mejor, porque después de todo este tiempo y todo este cambio en la vida de cada uno de nosotros, sería bueno tomarlo como una nueva oportunidad de vida por la generación que estamos viviendo y por las que vienen.

@veroglzserna