Otto Granados
He visitado el complejo industrial de Nissan desde hace poco más de veinticinco años, y entre la primera, que fue en 1992, cuando sea su primera planta armadora, y la última, en tiempos más recientes, la sensación que deja es que es un fiel reflejo de las distintas revoluciones que se han producido en este lapso en la economía, el empleo o la educación y que tienen como denominador común la emergencia de la digitalización, la automatización y la inteligencia artificial. Pero ¿nos estamos dando cuenta de todo ello y, más aún, estamos preparados para una disrupción de proporciones mayúsculas? Veamos.
La llamada 4ª Revolución Industrial (RI) está modificando las formas como interactúan la educación y el empleo al menos en tres vertientes.
La primera tiene que ver con la educación básica. La inteligencia artificial ahora demuestra que así como hay varios tipos de inteligencias, también hay distintos modelos de aprendizaje en los niños. Los estudios de McKinsey muestran por ejemplo el aprendizaje adaptativo, que permite ajustar una o más características del ambiente de aprendizaje a las características de cada estudiante; el segundo, el aprendizaje automático, que da la posibilidad de desarrollar técnicas que facilita a las computadoras tener la capacidad de aprender o realizar tareas de alfabetización, matemáticas y resolución de problemas, o el aprendizaje profundo, que hace que los sistemas de cómputo puedan "aprender" a partir de la experiencia del funcionamiento del cerebro animal para mejorar cosas tales como el reconocimiento de voz, la visión por ordenador y el procesamiento del lenguaje natural. 
Esta es la primera disrupción relevante: el diseño curricular de la educación básica es demasiado rígido y corresponder, más ahora que destruyeron la reforma educativa, a un modelo del siglo XIX que choca con una revolución digital del siglo XXI, y la evidencia más clara es el estancamiento en los logros de aprendizaje en matemáticas o en lectura, entre otras razones porque son habilidades que ahora pueden hacer las máquinas. Estas carencias e insuficiencias, en suma, tendrán un efecto en el resto de los trayectos formativos y por ende en las competencias y habilidades para que los jóvenes puedan insertarse de manera efectiva en los mercados laborales.
Por tanto, es urgente cambiar las reglas del juego para entender cómo la 4ª RI puede servir para generar pronósticos más acertados a la demanda educativa; identificar con precisión las demandas de los futuros empleadores; orientar a las instituciones educativas para adaptar sus currículos y enfoques a partir de proyecciones sólidas; analizar gran cantidad de datos sobre evaluaciones a alumnos e identificar áreas de oportunidad y fortalezas de cada alumno, o superar las limitaciones de la enseñanza tradicional al capturar la información de cada estudiante para diseñar lecciones personalizadas, con la presencia de tutores virtuales.
El segundo dilema reside en la creciente desconexión entre la formación y la calidad de los egresados de la educación superior y lo que realmente necesita la economía y el empleo. Por un lado, la estructura usual de las carreras, del currículum o su propia duración, ya se volvieron obsoletas. Y por otra, la enorme concentración en ciertas disciplinas es la mejor vía para el fracaso: por ejemplo, de 2.2 millones de graduados en 2016 en América Latina, 1.3 millones egresaron de las áreas de ciencias sociales o humanidades, y son aquellas donde son más altos los niveles de desempleo; en cambio, de ciencias agrícolas, tecnologías, ingenierías o ciencias exactas se graduaron entre 50 mil y 400 mil, pero sus tasas de empleabilidad fueron las más altas.
Un dato relevante: la automatización está ya desplazando empleos formales ejecutados por humanos. Por ejemplo, la fabricación y venta de robots industriales (y por ende su uso) está creciendo a tasas anuales de 14% y se estima que en 2020 habrá estarán en operación más de 3 millones, los que equivalen a 5.5 veces la población económicamente activa de Aguascalientes. ¿Cuántos reemplazaron a egresados universitarios? No lo sabemos y de hecho es probable que haya sido reemplazado más bien personal poco calificado, pero en la medida en que la inteligencia artificial o las nuevas tecnologías hagan más sofisticadas esas máquinas la tendencia a la sustitución de personal calificado puede aumentar. Ese es el desafío crucial que los sistemas de educación superior deberán afrontar, pensando fuera de la caja y tomando decisiones audaces, si quieren ser competitivas en el siglo XXI.
Y la tercera cuestión es cómo impulsar las modalidades de formación profesional (técnicos medios y profesionales) y de aprendizaje a lo largo de la vida. En otras palabras: cómo ejecutar políticas contundentes para capacitar, reentrenar, compensar en las nuevas habilidades que se requieren a fin de impactar positivamente sobre la igualdad, la productividad, el empleo formal y más competitivo. Los datos son muy sugerentes. Por un lado, el porcentaje de estudiantes que se han decantado por esta opción ya es en promedio de 26% en los países de la OCDE. Y según una proyección de la Unión Europea, en 2030 los nuevos puestos de trabajo que se crearán por ejemplo en España requerirán un 65% de profesionales con calificaciones medias —es decir, formación profesional— y un 35% con educación superior. Y por otro, hay un amplio y creciente porcentaje de la población que ha adquirido en el mejor de los casos competencias y habilidades básicas insuficientes para ser productivos y participar activamente en la nueva economía del siglo XXI a los cuales habrá que darles nuevas oportunidades agrupadas en políticas de lo que hoy se conoce como “aprendizaje a lo largo de la vida”, como lo ha planteado el más reciente informe al respeto del Instituto de la UNESCO para el Aprendizaje a lo Largo de Toda la Vida. De otra forma, todas estas personas adultas se volverán los nuevos parias del mundo laboral.
Todo indica que el futuro ya nos alcanzó y es urgente un cambio de paradigma antes de que, nuevamente, tengamos décadas perdidas.
Tomado de Líder Empresarial, diciembre 2019.