Sonia Villarreal

¿Recuerdas quién dijo esta frase? José Doroteo Arango Arámbula, mejor conocido por todos como Pancho Villa.

No traigo la frase a colasión por hacer una remembranza histórica, ni por asociarla a un conocido personaje que toma decisiones apresuradas, sin tener claros “los datos” y sin tomar en cuenta todos los efectos. No, la traigo porque precisamente hoy, 20 de julio, se conmemora la muerte de este místico personaje que vale la pena recrodar un poco.

Sin duda alguna, Pancho Villa fue uno de los personajes más destacados de la Revolución Mexicana, rebelde, irreverente, llegó al cargo de General de División y por su fuerte personalidad fue apodado “El Centauro del Norte”.

Hablar de él, es hablar de un personaje controvertido, polémico, que desde su participación en la revolución y aún después de su muerte, estuvo envuelto entre la figura de héroe y villano.

Un hecho que le valió su fama mundial, fue haber utilizado el tren de Chihuahua como caballo de troya. Su valentía, determinación e inteligencia, le dieron un lugar en la historia de México y sus aspectos de vida, le han dado un lugar fascinante en la memoria de miles de mexicanos.

Por ejemplo, dicen que a él que no le gustaba beber alcohol porque pensaba que era la principal causa de los problemas, destruyó varias cantinas y amenazaba de muerte a todo aquel que dentro de su batallón intentara emborracharse, su bebida favorita era la malteada de fresa.

A su hermana la violó un terrateniente, y él, por defender su honor, le disparó convirtiéndose en un fugitivo de la ley. Nunca fué a la escuela, sin embargo, cuando se convirtió en gobernador provisional de Chihuahua, mandó a construir 50 escuelas, porque reconocía ampliamente el valor de la educación.

Como todo General, tenía su escolta personal, pero no aceptaba a cualquiera, él mismo elegía a sus soldados quienes debían tener probado su valor y lealtad. Era muy aguerrido y fue el único que se atrevió a atacar a los Estados Unidos afectando la ciudad de Columbus debido a que se negaron a darle armas ya pagadas.

Algunos historiadores afirman que se casó más de 27 veces, y tuvo 26 hijos, de los cuales se hizo cargo mandándolos -inclusive- a estudiar a los Estados Unidos. El 20 de julio de 1923 murió baleado en una emboscada y platican que durante todo el tiempo de revolucionario, nunca se molestó en averiguar si quien era señalado por un acto indebido, era culpable o no, de inmediato lo mandaba fusilar con su celebre frase “Fusílenlo, después veriguamos”, es curioso, pero eso sigue pasandonos a todos, nadie escapa a una situación así, todos hemos juzgado y sido juzgados sin un juicio, por el simple hecho de ser o actuar, hemos sentenciado y nos han sentenciado, estamos presos de los prejuicios. Y tú… ¿qué opinas?