Abraham Tobías Hernández

“Lo importante no es quien soy… sino qué hago… 

eso es lo que me define.” -Batman

Allá por el siglo V,  antes de la era cristiana andaban por el mundo griego (sobre todo en Atenas) hombres llamados sofistas, que quiere decir “maestros en sabiduría”.

No eran tan sabios como presumían, con sus honrosas excepciones.  Ellos llegaban, cobraban por enseñar.  El primer requisito para ser parte de ellos,  era tener facilidad de palabra, el dominio de ésta, tener la capacidad de convertir los argumentos débiles en sólidos y fuertes. Su enseñanza era a través del monólogo, si algo no sabían, mentían para aparentar sabiduría, Sócrates no los bajaba de charlatanes. Por eso evitaban el diálogo, “se blindaban” para no ser expuestos en su ignorancia.

Lo que si perfeccionaron fue el arte del discurso y de la persuasión, la capacidad de vencer en la polémica.Gorgias, sofista connotado decía que con las palabras se puede envenenar (hacer que las relaciones entre las personas dejen de ser agradables y amistosas o al menos respetuosas) y embelesar (producir un sentimiento de placer o admiración tan intenso que enfrasca en su disfrute a la persona que lo contempla, lo oye, etc., y le hace olvidarse de todo lo demás). Se trata, pues, de adquirir el dominio de razonamientos engañosos. El arte de la persuasión no está al servicio de la verdad sino de los intereses del que habla. Llamaban a ese arte "conducción de almas". Platón dirá más tarde que era "captura" de almas.

Platón consideraba que hacían uso de la razón simplemente como una técnica de discusión, sin importar la moral o la verdad de la cuestión a tratar, que comerciaban con el conocimiento, ya que por dar discursos cobraban de más y también señalaba que el método de monólogo, no hacía que el conocimiento de los alumnos progresara, la intención era sembrarles ideas, “sus” ideas en la cabeza y nada más, sin permitir el razonamiento de ellas.

Para terminar Sócrates decía que el hombre actúa mal por ignorancia, que si entendiera la verdad y lo bueno elegiría hacer el bien, un panadero hace mal pan por no saber hacerlo, un zapatero igual y un político; pero para aprender primero debemos aceptarnos ignorantes y barrer con los prejuicios mentales.

P.D. Cuidado con los sofistas mañaneros.

Hasta la vista baby…

@AbrahamTobias

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