Armando Luna Canales

La consulta propuesta sobre el aeropuerto lleva nuestro régimen constitucional a unos límites no vistos en nuestra historia reciente. Nuestra Constitución prevé un mecanismo de consulta popular. El artículo 35 señala que es un derecho de los mexicanos el participar en las consultas populares, mismas que pueden ser convocadas por el presidente, las cámaras, el 2% de los ciudadanos. Independientemente de quien la proponga, la debe aprobar la mayoría de cada Cámara. Si la participación es mayor al 40%, entonces el resultado vincula a la autoridad y así otros requisitos sobre los temas que no pueden ser objeto de consulta, la facultad del INE para organizarla, y la obligación de realizarla el mismo día de la jornada electoral. Sobra decir que la consulta popular propuesta para el aeropuerto omite cumplir con todos y cada uno de estos requisitos.  

Es soberano quien decide sobre el estado de excepción nos dice Schmitt en su obra Teología Política. No se refiere solo a la suspensión de la ley, sino como un caso de necesidad no definido en el orden jurídico vigente. Se trata de una situación que el derecho no ha previsto.  Resulta entonces necesaria una intervención, en principio no controlada, al margen del orden jurídico, sin el equilibrio que deben tener los distintos poderes. 

Es la secularización del concepto teológico del Dios todo poderoso. Nuestra Constitución retoma esta idea en su artículo 39 al señalar que la soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo. 

Pero antes de hablar de un poder supremo y absoluto, debemos hablar de decisión. 

Para el caso que nos interesa llama la atención que se recurra a la consulta cuando suficientes leyes disponen las reglas y procedimientos que deben seguirse para hacer un aeropuerto. 

En este caso, no corresponde al gobierno consultar, sino decidir. Acudir al soberano para un tema ya definido y bajo ningún concepto excepcional, desata muchos cuestionamientos. Mucho más allá de la viabilidad técnica, jurídica o política de una obra de infraestructura, la pregunta debe girar sobre la viabilidad de un gobierno que lleva al soberano, cada una de sus acciones.  

Dirigir es guiar a una organización por uno de varios rumbos. Implica tomar decisiones, hay aciertos y errores, pero siempre decidiendo. En el gobierno el gobernante decide, en una empresa un director decide, no sé cuánto tiempo dure en su empleo un director que consulta con su consejo de accionistas cada decisión relevante que debe tomar.